“No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad”
Sandro falleció el lunes luego de padecer una penosa enfermedad. Se lo recordará como uno de los artistas más idolatrados de la música popular argentina. En San Pedro quedarán inmortalizadas aquellas actuaciones en Paraná, donde el Gitano jerarquizó la cartelera artística de la ciudad.
“Siempre cantando, siempre bailando yo quisiera morir, dejar el cielo sobre este suelo en el que yo nací”. Seguramente de las tantas letras de las que Sandro es autor se podrán recoger cientos de frases profundas, pero en el tema Una Muchacha y una Guitarra, Roberto Sánchez reflejó profundamente los sentimientos que afloran en estas horas en las que su cuerpo dejó la tierra para siempre.
El lunes 4 de enero, a las 20.40, dejó de existir el máximo ídolo que dio la música popular Argentina. En 1998 le detectaron una enfermedad pulmonar que se le fue agudizando y tras permanecer varios meses en el primer lugar de la lista de espera del INCUCAI, se le efectuó una delicada operación. Finalmente, en la ciudad de Mendoza, a cuarenta y cinco días de haber recibido un trasplante de pulmón y corazón, falleció.
Miles de personas hicieron fila ayer en el Congreso de la Nación, donde fueron velados los restos del cantante, una señal de lo que significaba Sandro para todos. Humilde y responsable, amable y caballero, un profesional brillante, todos estos atributos fueron los que rápidamente lo hicieron GRANDE.
Sandro nació el 19 de agosto de 1945 a las 3.20 horas en la Maternidad Sardá de la Ciudad de Buenos Aires, pero se crió en la localidad de Valentín Alsina. Con el tiempo, compró una mansión ubicada en Banfield, lugar en el que ocultó su intimidad detrás de un enorme paredón que ni siquiera sus amigos más íntimos pudieron sortear.
Su pasión por la música nació desde niño. Como muchos otros adolescentes y preadolescentes argentinos, fue irresistiblemente atraído por Elvis Presley desde sus inicios en 1955-1957, a quien comenzó a imitar en el último año de la escuela primaria. Muchos años después vería el show de su ídolo desde la primera fila del Boston Garden.
Su primera actuación fue el día de la Independencia argentina, el 9 de julio de 1957, en el acto de su escuela, cuando su maestra de 6º grado lo invitó a realizar su conocida imitación de Elvis, llevándose los aplausos y la ovación del público asistente.
Sandro llega a San Pedro
“Sandro llegó a mi casa a las cinco de la tarde. Yo me había puesto de acuerdo con Oscar Anderle, que era su representante, y arribó a donde era antes Padilla. Yendo para mi casa pasamos por Paraná y me dijo: ‘¿Adonde me trajiste, a un campo?’. Yo le respondí: ‘Acá no te va a molestar nadie’. Lo que pasaba en aquella época era que Paraná era todo cerco”. Así relató “el Maestro” Roberto Fortunato la primera vez que Sandro pisó suelo sampedrino.
A mediados de 1967 Sandro lanzó su último álbum de la etapa roquera, Beat Latino, y cuatro años después, de la mano del representante sampedrino llegó a la cancha de Paraná F. C. Fue el 24 de enero de 1971 y ante una verdadera multitud que desbordó las instalaciones.
“Fue una actuación fenomenal, la cancha de Paraná reventaba, estaba de bote a bote. Sandro trajo su propio escenario y, para que se den una idea, la palabra Sandro tenía 2000 foquitos, era impresionante, de no creer. El baja cuando ya comienza la orquesta y explotó la gente. Había gente que había vendido sus bicicletas para poder ir a ver a Sandro”, recordó Fortunato.
“A las siete de la tarde ya se había cortado la calle, estaba lleno de gente. Esa noche, la única gente que entró a casa fue la Reina de Paraná, que era la señora Elsa Azimonti, Jorge Suárez y “Pocho” Romairone. Esas tres personas y yo fuimos quienes pudimos tomar contacto con Sandro. Estos tres se retiraron y quedaron Anderle, su chofer, su guardaespaldas y yo, hasta la una de la mañana. No me acuerdo bien, pero tocamos un montón de temas. Sandro era uno más, sencillo y humilde. Era un tipo muy seductor, lo veías y te desesperabas. No había otro ejemplar como él”, aseguró emocionado Fortunato.
“Para traer a Sandro yo me comuniqué con Oscar Anderle, quien estaba en Santa Fe, ya que no era sencillo ubicarlos. Mientras los mejores grupos y artistas del momento cobraban unos 200 pesos, Sandro cobró 3.000. El negocio lo hizo Jorge Suárez, quien era otro grande, un directivo de los que hoy ya no hay. Me fue a buscar a casa y me dijo: ‘Quiero traer a Sandro’, y se la jugó. Eran muy profesionales. El día de la actuación, el camión con el escenario y el personal llegó a las siete de la mañana a San Pedro, que era la misma estructura que luego trajo también Cacho Castaña, salvando las distancias”.
“Ese día, después de la actuación Sandro volvió a casa y se fue como a las cuatro de la mañana. Andaba en un Mercedes Benz oscuro, último modelo”.
Ya consagrado en toda América, Sandro volvió a presentarse en San Pedro en el verano del ’79. Allí actuó en el gimnasio Eduardo Romairone de Paraná F.C.
“Hoy lo llora el país”
No caben dudas que Roberto Fortunato ha sido el protagonista silencioso de los grandes éxitos sampedrinos, pues fue el eslabón para que los grandes de la canción llegaran a la ciudad, entre ellos, Sandro.
“Es el último grande que nos quedaba. Tenía todas las virtudes. Siempre dije que era un grande a nivel humano, que es más importante que lo demás. Lamentablemente Sandro luchó por su vida porque tenía muchos deseos de seguir viviendo y volver a cantar. Durante todo ese tiempo he vivido pensando en él y rogándole a Dios que dé la última mano”, recordó “el Maestro”.
“Estuve con un grande y hoy lo llora el país. Es muy duro perder a dos grandes en poco tiempo, Sandro y la Negra Sosa. Se fumaba entre tres y cuatro atados de cigarrillos por día y tomaba mucho whisky pero siempre se lamentaba”, recordó el organizador de eventos. “Tenía muchas ganas de ir al velorio pero algunos amigos me aconsejaron que me quedara, no era conveniente”, expresó Fortunato reconociendo que tuvo intenciones de ir a despedir al Gitano, y agregó: “Lo recuerdo con mucho cariño. Hay una foto de Sandro de cuando él se despide de mi madre en el porche de mi chalet que tenía en la calle Salta”.
“Que mujer hermosa”
Elsa Azimonti tuvo el privilegio de ser la elegida por Jorge Suárez para conocer a Sandro antes de que se presentara ante el público. “Yo estaba tan emocionada que no sabía qué hacer. Me acuerdo que Jorge Suárez me llevó a la noche. Tenía un palazzo negro que se usaba mucho en aquel entonces. Era una persona encantadora, no hablaba mucho pero todas nos enloquecíamos y por ser la Reina del Pago y del Deporte pude estar cerca suyo. Parecía una persona muy sencilla y tímida”, dijo Azimonti.
“Me acuerdo que estaban tomando whisky y hablaban bajito, me convidaron y yo me hacía la que tomaba porque no me gustaba. Sandro fue un fenómeno inigualable, era todo una locura, la gente le arrancaba todo”, recordó la Reina.
En su relato, Roberto Fortunato rememoró cuál fue la frase que expresó Sandro ni bien se retiró Azimonti de su casa: “Que mujer hermosa”, exclamó el astro de la canción.
El recuerdo de Sandro se convertirá en leyenda y se ubica en la línea de los grandes y recordados ídolos argentinos, Gardel, Julio Sosa, Mercedes Sosa…
“Así, como una rosa desecha por el viento, así como una hoja reseca por el sol. Así como se arroja de costado un papel viejo, así mi alma tu imagen arrojó”, seguirá cantando en el recuerdo de todos.
La Radio que siempre está
En tres oportunidades La Radio compartió la grandeza de un ídolo con los oyentes. El 7 de julio de 2001 Sandro presentó El Hombre de la Rosa. Al igual que en 1998, La Radio eligió este regreso tan esperado de Sandro como el momento oportuno para distinguir a sus oyentes con un premio importante, especialmente para quienes jamás se imaginaron poder volver a ver al “Gitano” en esas series que siempre se anuncian como las últimas de su carrera.
Las oyentes cumplieron un sueño que esperaron muchos otros participando del concurso que durante tres meses se puso en marcha. En total fueron más de 5.000 las personas que enviaron cartas.
La presencia sampedrina se recuerda como una experiencia inolvidable: “Las Nenas” esperaron a los artistas a la salida del show y aunque estuvieron cerca no llegaron a Sandro, que se retiró bien tarde del Gran Rex. Sí, en cambio accedieron a los actores Juan José Camero y Matías Santoiani, con quien el cantante compartió escenario, y les entregaron ensaimadas y mucho “afecto”, después de haberlos visto durante el show. Así, en tres oportunidades, La Radio cumplió el sueño de ver y aplaudir al más grande de todos.