No dar una de cangrejo
Tuve la suerte de nunca entrar en un cuartel, gracias a que los seminaristas y los curas estábamos exentos del servicio militar. Siempre rebelde, gracias a Dios, nunca simpaticé con el estilo mandón, de quienquiera que sea. Pero ojo, que así como nunca acepté el autoritarismo, tampoco nunca fui autoritario. Ni como padre de familia, ni como empresario, ni mucho menos como profesor. Porque aprendí desde joven que Dios nunca impone nada, nunca acepté “imposiciones”, ni siquiera aquellas que venían “en nombre de Dios”. Los seres humanos somos libres, y responsables. Nuestros límites deben provenir de la conciencia de nuestras propias limitaciones, no de “camisas de fuerza” que nos apliquen.
Que nuestros jóvenes necesitan aprender a ponerse límites, estoy de acuerdo. Pero antes, nuestros adultos tienen que dar buenos ejemplos, construir una sociedad justa, pacífica y no devoradora de seres humanos. Nuestros empresarios (incluidos los del agronegocio) tienen que aprender a no explotar ni aprovecharse de las necesidades de los otros. Nuestras familias tienen que aprender a dialogar, escuchar, y siempre, dar el ejemplo. Porque toda esa podredumbre que vemos por ahí tiene un denominador común: egoísmo, falta de espíritu colectivo, y además, mucha pero mucha superficialidad. Es hora de aprender a ser rebeldes pero respetuosos, corajudos pero honestos, fuertes pero humildes. Estoy seguro que seremos más divertidos, alegres. Y con paz, que no es la de los cementerios sino la de tensiones equilibradas y bien resueltas.
Por último, nuestros jóvenes precisan sentir orgullo de su Patria, de su tierra. Es algo mucho más que una bandera o una escarapela. Mucho más que las caricaturas de la “Patria sojera” o la “Patria sindicalista”. Cualquier adjetivo que le pongamos, es intrínseca negación del concepto de “Patria”. Los símbolos son meros símbolos. Muchas veces usados vilmente para atraer incautos. Nadie puede ser dueño de ellos, porque lo que importa es la realidad. Y ésta indica que “Patria” es el conjunto de diversidades que abarca la totalidad de una Nación. Patria = todos
Si Ud. cree que un trabajo serio y profundo con nuestra juventud para trabajar estos valores puede ser a través del restablecimiento del servicio militar obligatorio, o Ud. no entendió lo que dije, o simplemente no conoce la Historia Argentina.
Si es buena la idea de que nuestros jóvenes pasen por un período de “aprendizaje social o comunitario”, hay mil formas de que ello ocurra, y sin necesidad de hacerlo obligatorio. Bastaría con fomentar y divulgar tantos tipos de voluntariado, que existen, para que ellos aprendan “los límites” que les faltan. Excelente idea para nuestras escuelas, algunas ya lo hacen. Otras lo hicieron hace muchos años atrás. Cuántos militantes de los años 60 iniciaron su militancia después de haber hecho campamentos de inserción en sectores rurales del interior argentino, cosechando algodón o compartiendo el sufrimiento de los braceros correntinos. En San Pedro, ¿cuántos jóvenes acompañaban a la Hermana Amalia a Las Canaletas? ¿Y los que venían al Barrio Obrero a ayudar, acompañar? Entre ellos Esteban Cuenca, un chico ejemplar, buenísimo. Esa preocupación por los demás, esa sensibilidad social le costó ser secuestrado por nuestras Fuerzas Armadas, para ser tirado en la fosa de los desaparecidos.
Yo estoy seguro que nuestros jóvenes y adolescentes de hoy día no son diferentes. Sólo falta encauzar esa rebeldía para causas nobles. Mostrar el camino. Y confiar en que ellos sabrán caminarlo. Si los acompañamos de lejos,tanto mejor. Por si se caen, acudir para que se levanten, y continúen. Pero conscientes de que ellos llegarán más lejos que nosotros. Y como padres, nos sentiremos plenamente realizados. Como ciudadanos, también.
Cordial saludo,
Eduardo Flores.