Mientras espera para volver a los hipódromos, Nicolás Villalba se reunió con Cecilio Salazar
El jockey de San Pedro mantuvo un encuentro con el intendente en su despacho el martes por la mañana para "agradecerle", tal explicó a La Opinión. Sin actividad por la cuarentena para evitar la propagación del coronavirus, el joven entrena en su casa y aguarda poder retomar su actividad en San Isidro.
La última vez que Gustavo Nicolás Villalba montó caballos fue en la 71ª edición del Gran Clásico Vendimia que tuvo lugar en el Hipódromo de Mendoza a principios de marzo, días antes de que se decrete en Argentina la cuarentena para evitar la propagación del coronavirus.
Desde entonces, el joven jockey está sin actividad y aprovechó la mañana del martes para visitar al intendente, Cecilio Salazar, en su despacho. "Tenía pendiente un agradecimiento hacia él antes de que fuera intendente y tuve la oportunidad de verlo", explicó a La Opinión.
Además, Villalba explicó que está atravesando el aislamiento social preventivo y obligatorio en San Pedro a dónde regresó ni bien se declaró la emergencia sanitaria porque en San Isidro, "está muy bravo". Y contó: "Acá algo entreno, hago lo que puedo en mi casa, pero tranquilo".
El sampedrino se mudó a San Isidro a los 15 años y trabaja en el hipódromo de dicha ciudad del Conurbano de Buenos Aires donde por la mañana entrena a los animales y, por la tarde, se sube a ellos para competir. “Se corre todos los días y es desgastante porque, por ejemplo, hay que dar el peso. Se hace dieta con nutricionista para mantenerse aunque a mí no me cuesta tanto”, relató a La Opinión el joven que en 2016 se llevó el premio Carlos Pellegrini, máxima estatuilla del turf, al jockey aprendiz porque de 2010 carreras ganó 119.
Sobre su función en la pista, sostuvo, entre risas y sin envalentonar su talento a pesar de que ya se ha hecho dueño de una muy buena reputación en el ambiente, que él “va arriba” del caballo de quien lo contrata y que “lo guía un poco”. Por ello, temporadas atrás se presentó en un certamen en San Pablo, Brasil, y clasificó para competir en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.
El primer contacto de Nicolás con los caballos fue a los 11 años en su ciudad gracias a la familia Armendariz y, desde ese momento, no los soltó más. En su afán por conocer más sobre ellos, se fue a estudiar a San Isidro y en la escuela lo moldearon para ser jockey porque, tal le aseveraron expertos, tenía las condiciones ideales.