Marea Roja y Amarilla: Editorial de Lilí Berardi sobre las elecciones de la Coopser
La trastienda de las elecciones en la cooperativa fue pubiicada el miércoles en la edición impresa de La Opinión. Los acuerdos politicos y la puesta en marcha de la maquinaria partidaria y gremial mostraron a los miembros del equipo de gobierno del Intendente Salazar en un inédito festejo junto al gremio de Luz y Fuerza. Con la mirada puesta en décadas de administración de fondos públicos la directora del medio ofreció su testimonio. La nota y el detalle de lo que sucedió puertas adentro de la sede gremial.
El 7 de Julio se celebra el Día Internacional de la Cooperación. A una semana de las elecciones en la Coopser, Lilí Berardi analiza y detalla los avatares de una contienda que tuvo como protagonistas a los principales actores políticos y gremiales de la ciudad. Aquí la nota completa y un párrafo aparte para dos de los momentos salientes de la cobertura que hizo en el lugar: la sorpresa de algunos miembros del equipo de Salazar y la desesperación de una joven que ingresó con su pareja como empleada de la Coopser a instancias de uno de los miembros del Consejo de Administración, Oscar Silva quien quedó desde 2012 representando a una lista que llevaba el mismo color.
No es un simbolismo sino la coloratura de la elección de la Coopser, que no necesariamente devendría en un naranja en caso de mezclarlos. El decisivo triunfo que el intendente Cecilio Salazar le garantizó a la actual conducción, que desde hace años ostenta el gremio de Luz y Fuerza, tendrá su precio, su costo y consecuencias. Precio y costo ya son dimensionables con sólo advertir el tiempo y el dinero que se puso para la puesta en marcha “del aparato” electoral del que tanto se disfruta desde el poder y se padece desde la oposición, también experimentada en la misma maquinaria pero con menos combustible en billetes o ayudantes.
En cuanto a los resultados, que no brindaron ni un mísero resuello a algún delegado opositor, la conclusión es clara: “La necesidad tiene cara de hereje”. Era mejor malo conocido que bueno por conocer. Con mayor o menor visibilidad, confluyeron en el temor a lo desconocido desde el club Náutico, cuyo comodoro fue a votar con un poder, al Círculo Médico, con gran parte de sus integrantes compartiendo en un grupo de Whattsapp la “conveniencia” de sostener la Clínica Coopser como fuente de trabajo, aunque sólo sea para beneficio de las obras sociales que siguen sin incluir al Pami, porque para eso está el hospital, al que cada vez más utilizan como puerta trasera de todo aquello que no les es rentable, incluidas las ambulancias.
El espectáculo fue extraordinario. Sorprendente por la cantidad de votantes que participaron en una contienda en la que hasta se discutió del Fondo Monetario, el precio del dólar, las energías renovables y hasta la baja de las tarifas, como si cada titular de medidor, sea particular, Pyme o jubilado, pudiese convertirse en presa de las mentiras que pronuncian quienes ni siquiera tienen interés en abrevar en las más sencillas reglas del cooperativismo porque siempre prefieren el comportamiento empresarial a la hora del bolsillo propio y el social cuando de gastar dinero de los socios o contribuyentes se trata.
Varios consejeros de la conducción actual habían perdido el sueño, hasta que apareció el puente que facilitó la comunión entre Salazar y algunos de los más conspicuos militantes del kirchnerismo, que entendieron que lo mejor vendrá en el segundo semestre cuando, al igual que en la comuna que despilfarró su dinero durante el año electoral, la Coopser tenga la suerte de aprobar su balance sin cuestionamientos porque tendrán mayoría absoluta en el cuerpo de delegados plagado de familiares, amigos y compañeros del Consejo de Administración y ahora de los bondadosos referentes que conforman la alianza Cambiemos.
De todos modos, el paso del tiempo es inexorable y todo termina. Perder el poder es peor que morir y para ello hacen falta articuladores inteligentes, talentosos y multifacéticos que entiendan que a veces conviene el optimismo de Durán Barba, otras el moderado intento de evitar las estridencias y, por qué no, los eficaces que logran juntar agua y aceite o rojos y amarillos sin que nadie se ponga colorado.