Más de 40 mil personas coparon la ciudad para disfrutar del Mastai Rock
San Pedro fue sede de un evento único, que hoy miércoles tendrá una nueva edición, más chica, en Uruguay. Sin incidentes mayores, con elogios hacia la belleza del paisaje, el color especial de la juventud que pobló las calles, el Festival Mastai pasó y dejó mucho para contar, mucho para desear una edición 2013.
A las 2.45 de la madrugada del lunes, mientras la ciudad dormía rumbo al trajín cotidiano de la semana laboral, un grupo de jóvenes cantaba en la zona de la terminal de ómnibus el “oi, oi, oi, oi” con que Manu Chao hizo bailar y gritar en un coro que se reprodujo incesantemente durante las casi tres horas que el francoespañol estuvo sobre el escenario del Mastai el sábado pasado, en el Balneario municipal.
Era un grupo menor, que seguro iba a tomar el micro que lo devolvería a su casa luego de disfrutar con otras 40.000 almas lo que fue uno de los festivales de rock más importantes del año en Latinoamérica. Sin sponsors –sin gaseosas ni celulares, decían–, 300 Producciones llevó adelante un evento único que puso a San Pedro en la vidriera nacional y colmó la ciudad de visitantes.
Desde el miércoles ya se podía ver movimiento en las calles. El jueves fue mayor y el viernes explotó. El sábado llegaron los 300 micros provenientes, la mitad de la zona de Buenos Aires y la otra mitad de la zona de Rosario.
Con un despliegue de seguridad de más de 200 policías, una veintena de inspectores de tránsito y unas 300 personas contratadas por la empresa para el predio, la jornada fue un éxito desde todo punto de vista, ya que apenas si hubo alguna que otra pelea callejera aislada y la anécdota de un joven que se subió a una torre de sonido y mantuvo en vilo por un buen rato a los presentes.
De Viento Rítmico a Manu Chao
Con el sol golpeando la arena, la banda sampedrina Viento Rítmico, que resultó sorteada en el concurso organizado para que haya representación local, subió al escenario más chico (Este) para llevar su reggae al Festival. Felices por participar, los integrantes de la banda disfrutaron de cada tema.
“Chancho va” fue la siguiente y luego llegó el turno de los brasileños de Mombojo, que sorprendieron por la calidad interpretativa. La gente iba sumándose de a poco y Caperucita Coya hizo lo suyo sobre las tablas. La Chilinga fue la que siguió, con clase de percusión incluida en el escenario del Vía Crucis.
La belga Orchestre International Du Vetex hizo vibrar al público con su propuesta de música gitana y de los Balcanes. El divertimento y el baile conquistaron a los presentes, que ya palpitaban lo que sería una Jauría de lujo, con Ciro Pertusi (ex Attaque 77) cerrando su show con “No me arrepiento de este amor”, de Gilda.
Micky Rodríguez, exbajista de Los Piojos estrenó en la zona a “La que faltaba”. Afincado en Córdoba, el exmúsico de la exitosa banda que lideraba Ciro Martínez brilló junto a la nueva formación.
Para la hora de La Vela Puerca, aproximadamente las 19.00, llegó la mayoría de los fanáticos, para llenar el predio del Balneario y llevar adelante una hora y media demoledora, que transformó la tarde en noche y permitió que todo el despliegue escénico planteado por la iluminación cobrara relevancia.
A las 20.30, el más rockero de los folkloristas salió a escena. Raly Barrionuevo hizo reflexionar, aplaudir chacareras, bailar cumbias y guarachas, y presentar las canciones de su nuevo disco, con una tendencia cancionística que lo acercan a los cultores de la música latinoamericana junto a los que ya se ganó un lugar. Fue media hora que sorprendió a quienes no lo conocían y llenó de satisfacción a quienes lo siguen.
Para Ciro y Los Persas, el deseo de pogo estaba aletargado y se desató. El ex Los Piojos recorrió la extensa carrera de esa banda, presentó temas de su nuevo disco, invitó a su show en el Luna Park y estrenó un tema dedicado a los héroes de Malvinas.
Con la presencia de Micky Rodríguez, revivieron algunos de los éxitos de Los Piojos, y se ganaron la mayor presencia de “los trapos”, con múltiples banderas piojosas que celebraron a los gritos el recuerdo.
Mientras Ciro tocaba y Nonpalidece esperaba su turno, un joven llamado “Edu” protagonizó una de las notas de color de la noche, aunque podría haber sido una tragedia que opacara toda la fiesta. Se subió a una de las torres de sonido del escenario Este y desde allí amagó con tirarse al vacío.
Ciro y los Nonpalidece lo convencieron de que bajara, mientras los sonidistas, desde la otra punta del predio, lo alumbraban; la policía y la seguridad del predio intentaban ayudarlo y los Bomberos disponían una lona por si decidía arrojarse.
Por suerte, el incidente no pasó a mayores y “Edu” bajó por sus propios medios de la torre, tras lo que fue trasladado al Hospital.
Lo de Manu Chao fue inexplicable. A las 23.30 salió al escenario, donde estuvo durante aproximadamente tres horas repasando su carrera solista y los viejos himnos de Mano Negra. Cada canción comenzaba con un tempo lento que hacía corear al público, para terminar en una aceleración al doble que volvía en un enorme pogo a todo el Balneario, que detuvo en medio del show para dar lugar a referentes de la lucha contra la megaminería a cielo abierto en toda Latinoamérica.
“Oi, oi, oi, oi”, exclamaban todos, sin cesar. Ese coro ganó la noche durante varios minutos luego de que pasadas las 02:45 Manu Chao y su banda se despidieran tras varios bises. El grito los hizo volver y tocaron por otros 45 minutos sublimes.
Mientras eso sucedía, la lluvia se presentó varias veces con pequeños chaparrones que aliviaban el calor del agite. Una vez que el público salía del predio, al ganar la costanera, la caída de agua fue intensa y abundante: mojó a todos, apagó los fuegos para choripanes y hamburguesas, y hasta dejó a varios con tos o resfríos.
Apostillas de una jornada única
A las 3 de la tarde, la plaza Constitución estaba llena de jóvenes almorzando en el pasto. La postal se repetía en todo el Boulevard y la costanera, donde además estaba asentada una gran cantidad de puestos que vendían todo lo que era posible: cerveza, vino, gaseosas, fernet, panchos, choripanes, hamburguesas, pan relleno, remeras, artesanías, discos, de todo.
Muchos de ellos llegaron especialmente desde diversos puntos del país para hacerse el día y aprovechar la gran presencia de visitantes. De la misma manera, los sampedrinos procuraron aprovechar y lo bueno es que muchos lo hicieron sin excederse en los precios. Podía comerse una hamburguesa por 13 pesos, una pizza por 30, o tomar una cerveza por 20, como en cualquier otro lugar.
Dentro del predio beber o comer algo fue complicado. Había pocas cajas y barras, lo que hacía que haya una importante saturación que obligó en varias oportunidades a cerrar la atención, bajo la queja de los que estaban en la cola desde hacía mucho tiempo.
Los sanitarios también generaron su problema. Si bien la fila de baños químicos parecía suficiente, no lo fue. Muchos aprovecharon cualquier árbol amigo para hacer sus necesidades, las tablas dispuestas en las vallas e incluso las mujeres sacrificaron la comodidad para orinar entre los pastos, con el riesgo incluso de caer al agua, ya que muchas se dirigían rumbo al río, donde veían camalotes de importante estatura, pensando que todavía había allí continente.
Vinieron visitantes de todo el país y hasta del mundo. “Había franceses e ingleses que llamaron por alojamiento”, señaló el Director de Turismo Fabián Bianchi. Muchos llegaron sin saber dónde iban a parar. Por ello, cualquier espacio verde se transformó en un buen sitio para plantar la carpa.
El Paseo Público, la plaza Ejército de Los Andes y hasta la Fray Cayetano Rodríguez fueron improvisados camping que aprovecharon los que no conseguían dónde dormir. Un grupo de amigos que vino desde San Miguel, por ejemplo, no sabía en dónde iban a quedarse, e incluían entre ellos a una bebé de seis meses.
Números oficiales
La Secretaría de Gobierno encabezó el lunes la sistematización de los datos oficiales que arrojó el festival para la ciudad. La Opinión tuvo acceso a parte de esa información, que señala que trabajaron en el lugar 12 agentes de Inspección, que lo hicieron durante 24 horas, ya que tras el recital recorrieron los boliches hasta su cierre.
Hubo 150 personas afectadas como seguridad privada y 180 policías provenientes de diversos puntos, ya que no se desafectó a efectivos de su trabajo en las cuadrículas locales.
Prefectura aportó tres embarcaciones y su tripulación; hubo tres Guardavidas; seis personas como dotaciones de Bomberos con un carro bomba.
Calculan que hubo aproximadamente 40.000 personas en el festival y unos 15.000 vehículos estacionados sólo en las calles de San Pedro. El Gobierno municipal no brindó información sobre la cantidad de autos en el Paseo Público, donde la tarea de cobro estuvo a cargo de la Federación de Tierra y Vivienda que lidera Tony Correa, que tampoco ofreció datos.
A las 6.00 de la mañana comenzó el operativo limpieza, que dejó ese domingo la ciudad tal como estaba antes de la llegada de las decenas de miles de personas que participaron del evento. Hubo más de 500 medios periodísticos acreditados y ningún herido grave o pelea.
“Es evidente que estamos para cosas grandes”, celebraron desde el Municipio cuando sistematizaron los datos. Les faltó tal vez un poco de organización en la terminal de ómnibus, donde la gente llegaba y no sabía hacia quién dirigirse para preguntar por el Balneario. De la misma manera, las casillas de turismo funcionaron poco tiempo para las necesidades del evento.
Desde la organización, el contacto local Cristian Colisignio aseguró que el festiva colmó las expectativas de la productora. “A San Pedro le ha servido, porque ha laburado muchísima gente, si pisaron unas 50 mil personas en la ciudad y gastaron 100 pesos cada uno, quedaron 5 millones”, aseguró.
“Hemos contratado 40 ó 50 personas durante la semana, el sábado más de 200 para laburar el día del evento, más lo que ha quedado en los negocios”, destacó y aseguró: “La idea es hacer algún festival más, si el Municipio tiene el interés y se siente seguro, más allá de algún error que pudo haber”.
Dos accidentes relacionados con Mastai
El primero lo protagonizó el mánager de Manu Chao, Arturo Díaz Moreno, quien regresaba en camioneta de la quinta donde estaba alojado con la banda y fue atropellado por un Ford Sierra en la intersección de Lavalle y Benefactora Sampedrina, que huyó del lugar tras el impacto. Junto al mánager de Manu Chao viajaban tres personas cercanas a la banda que sólo sufrieron golpes.
El otro accidente sucedió en la Ruta 1001, a metros de Crucero General Belgrano. Fue aproximadamente a las 4.20 de la mañana, cuando una gran cantidad de autos que estaban estacionados en el Paseo Público y en diversos puntos de la ciudad comenzaron la retirada.
Un Fiat Duna rojo perdió el control al cruzar un zanjón y dio contra un árbol. El acompañante logró salir por sus propios medios, aunque el conductor quedó atrapado y tuvo que ser rescatado por Bomberos. Ambos resultaron sin lesiones de consideración.
Tango y folklore en el camping
El viernes por la noche, la mayoría de los músicos de las bandas que tocarían el sábado estaban ya en la ciudad. Habían probado sonido y disfrutaban de lo mismo que destacó el público: “El verde sin igual del paisaje” sampedrino.
En el camping Safari, La Vela Puerca comía un asado al borde del río. Allí se entretuvieron hasta entrada la madrugada del sábado con una guitarra en la que sonaron Zitarrosa, Pajarito, Jaime Ross y el tango argentino, que tanto les gusta a los uruguayos de la banda.
El “temita” del estacionamiento
La semana pasada, el Gobierno municipal había anunciado que la Cooperadora del Hospital sería quien tuviera a su cargo el estacionamiento oficial, dispuesto en el Paseo Público, al lado del Balneario. Sin embargo, el viernes no tenían a quién ceder la tarea y recurrieron a la Federación de Tierra y Vivienda que lidera Antonio “Tony” Correa.
Fabián Bianchi explicó que “se le había ofrecido a un par de instituciones, pero por la cantidad de personas que se necesitaba no lo quisieron agarrar” y consideró que fue “una pena, porque era algo que habría que haber dejado solucionado una semana antes, porque fue un desperdicio de recursos, era un monto importante”.
Consultado por La Opinión, Tony Correa señaló que se cobraba entre 20 y 30 pesos el ticket y que los sampedrinos estacionaban gratis. Informó que trabajaron “16 personas” que recibieron una remuneración “de 300 pesos” y que se trata de changarines “a los que le vino muy bien el laburo”.
Ariel, un sampedrino que fue a participar del festival señaló que le quisieron “cobrar 50 pesos” y que ello generó una situación conflictiva en el lugar. Correa sostuvo que la situación fue distinta y que ellos siempre cobraron los 30 pesos que correspondía. Indicó que había “trapitos” que vinieron de afuera que sí pedían más para estacionar en otros lados.
Cristian Colisignio, contacto local de la organización del festival, manifestó su descontento con la situación. “En su momento se dejó aclarado que el estacionamiento iba a ser para una institución, algo que el Ejecutivo no respetó. Quedamos en que tenía que ser algo bien organizado, con seguro, con tickets, porque no nos íbamos a hacer responsables de algo que habíamos publicado en la página”.
Respecto de la tarea de Tony Correa, dijo: “Nos plantearon que iba a ser esta persona, que lo conozco muy bien porque soy de San Pedro, y quedamos en que íbamos a hablar con él. Nunca se presentó. Estuve con él, le pregunté si se había presentado a hablar con la productora, ya que tal vez no quería hablar conmigo, se le iban a pedir una serie de requisitos”.