La violencia, en la escuela
La preocupación por una situación entre alumnos, le tocó esta vez a la escuela Ntra. Sra. Socorro, que ya organizó dos reuniones de padres y una jornada a cargo de una profesional, para intentar mejorar la convivencia entre los jóvenes.
Después de que Junior, de 15 años, extrajera la pistola Browning calibre 9 milímetros de su padre, y comenzara a disparar, sin pausa, sobre sus compañeros de 1er año en su escuela de Carmen de Patagones, el tema de la violencia escolar se instaló fuerte en la agenda de debate por algún tiempo, para desaparecer más tarde, sin pena ni gloria.
Últimamente, y por desgracia, la cuestión viene resurgiendo con fuerza en los medios, por las reiteradas denuncias y casos de violencia escolar que se van registrando dentro del sistema educativo de nuestro país.
San Pedro no es la excepción, y este flagelo se multiplica y esparce por nuestra comunidad educativa, a una velocidad alarmante.
Con demasiada frecuencia, este medio viene recibiendo denuncias de padres, alumnos y docentes, en las que se relatan historias muchas veces increíbles, por lo virulento de las escenas de violencia que cuentan los testigos, y más aún, por tratarse los protagonistas de gente tan joven.
Violencia “in crescendo”
“Mi hijo siempre fue muy tranquilo, nunca tuvo problemas ni se metió con nadie” nos relataba entre lágrimas una madre de un adolescente que pidió se le resguardara su identidad. “Pero viene siendo víctima de abusos y agresiones por parte de compañeros de la escuela, y me lo están volviendo loco”. La mamá comentó que por ejemplo, después de una jornada escolar en la que el joven habría sido víctima de reiteradas agresiones físicas y verbales, descargó su furia contra ella misma al llegar a su casa, llegando incluso a amenazar con matarla. “El jamás me había hecho algo así” dijo.
La madre, concurrió al establecimiento a presentar una queja, con la intención de dejar asentado por escrito la situación que venía sufriendo su hijo, y que se interviniera para controlar a los culpables. En cambio le dijeron que era conveniente que el joven comenzara un tratamiento psicológico, “para aprender a defenderse”. Desesperada, esta mamá decía tener miedo de que su hijo “un día de estos, haga una locura”. Aunque confesó que no puede “estar revisando sus cosas todo el tiempo para controlar que se vaya a la escuela con un arma, y termine arruinándose la vida”.
La desesperación de esta mamá, no es un caso aislado. En su edición anterior, La Opinión Semanario relataba el caso de una escuela en donde grupos de chicos de entre 10 y 11 años, con comportamientos casi patoteriles agraden a compañeros o los amenazan con navajas. “Les pegan a los chicos adentro y afuera de la escuela”, nos relataba una mamá que decidió dejar de mandar a sus hijos a ese estableciendo luego de que las autoridades ofrecieran como única solución que sus hijos entraran al colegio 10 minutos más tarde y se retiraran 10 minutos antes, para evitar encontrarse con estas “barritas” violentas.
La semana pasada, en el Instituto Nuestra Señora del Socorro, tuvo lugar un episodio protagonizado por dos alumnos de sexto año. Asistieron a clases, con un elemento cortante escondido entre sus útiles, que afortunadamente no utilizaron. Las autoridades del colegio, al advertir esta situación, llamaron a los padres de los menores, que fueron suspendidos por tres días. Además, se llevaron a cabo reuniones con los papás de los tres cursos de ese año, con el objetivo de explicarles lo que sucedió y solicitarles que hablen con los chicos, para comentarles la situación y que no haya problemas de alejamiento con los involucrados.Por otra parte, las autoridades de la rama EGB del Instituto, manifestaron que: “el tema se está tratando con la seriedad que corresponde” y es por esto que organizaron una jornada para este viernes con la Lic. Gabriela Pizano.
Ojalá las autoridades educativas de la comunidad de San Pedro y del país, adquieran una actitud proactiva frente a este flagelo, antes de que alguno de estos episodios pueda devenir en una escena trágica e irreversible.