A la pesca de buenos precios
San Pedro se prepara para la Semana Santa que se aproxima. Uno de los atractivos de la zona es el pescado de río, que puede comprarse directamente a los pescadores que trabajan a diario en el Paraná. Aquí, un recorrido por los precios y las posibilidades de adquirirlo de primera mano.
La ciudad recibe año tras años una gran cantidad de turistas para el fin de semana largo. Además de los paisajes y atractivos naturales que pueden ser disfrutados cada vez, la Semana Santa le da un plus a la zona: el pescado.
Tierra de pescadores de canoa y remo, San Pedro cuenta varios puestos costeros de particulares que vivieron históricamente de la actividad y que aguardan con impaciencia esta fecha, en la que el fruto de su labor genera ingresos como pocas veces en el año.
Los turistas lo saben, y muchos de los que eligen acampar, alojarse en casas de alquiler o complejos que cuenten con la posibilidad de una parrilla no se pierden la posibilidad de disfrutar el plato típico de esta celebración católica directamente desde la costa del Paraná.
Ante los elevados precios del pescado de mar y la ausencia a nivel local del “pescado para todos” lanzado por el Gobierno Nacional, el pescado de río obtenido en el Paraná aparece como una opción viable y, sobre todo, barata.
La Opinión relevó los costos del pescado entre los trabajadores de la zona para ofrecer al turista y al vecino algunas referencias de precios para las recetas de Semana Santa.
Según información ofrecida por pescadores locales, el patí y el bagre cuestan unos 8 pesos por kilo; el preferido es la boga cuyo precio ronda los 10 pesos promedio por kilo.
Para los bolsillos más flojos, el sábalo es una buena opción que puede comprarse por unos 5 pesos, siendo de los que menos cotizan entre los pescadores de la costa sampedrina.
El dorado es una de las estrellas de la fecha y su precio oscila entre 13 y 15 promedio el kilo, según el vendedor.
Este relevamiento permite asegurar que entre los pescadores artesanales sampedrinos no hubo inflación. Consultados al respecto, coinciden en que “si aumentamos vamos a vender menos, además como los acopiadores nos siguen pagando lo mismo, al público común vendemos más o menos al mismo precio del año pasado”.
Lo complicado es que los pescadores artesanales no suelen priorizar la venta al público directo, porque tienen una gran demanda por parte de los acopiadores con los que trabajan durante todo el año.
Un conocido hombre de río expresó: “Hace quince días bajó bastante la pesca, siempre pasa para estas fechas, porque se incrementa la pesca de los barcos en el Paraná”.
Los hombres de la orilla brava, del agua turbia y la correntada trabajan sin cesar para que estas fechas permitan salvar los momentos del año en que la actividad baja de manera importante.
La actividad pesquera local se encuadra en el concepto de Pesca artesanal, que se define como “una actividad extensiva, de pequeña escala, ejercida directamente por los pescadores, con artes de pesca selectivos. A su dimensión económica se agrega su dimensión social, ya que sostiene el empleo y la calidad de vida de millones de integrantes de las comunidades costeras. Ello a su vez la constituye en un hecho cultural, que determina el modo de vida de sus participantes”.
Esta actividad constituye un rasgo identitario de los sampedrinos. Cientos de familias viven desde tiempos inmemoriales de una actividad que, es cierto, tiene importantes rasgos de informalidad, pero cuya posibilidad de ingresar al sistema tributario está en manos de las autoridades que debieran acercar los programas que facilitan el acceso al mercado formal.