La Galera
A la sombra de la nostalgia, de tantos recuerdos quiero contarles algo de aquellos lejanos tiempos. Era la década del 50’ cuando “La Galera” dejó de hacer su recorrido. Su propietario era Don Carlos Noseda, que se retiró de esta actividad en el año 27 según datos es entonces que se hace cargo el Sr. Que yo conocí como conductor de “La Galera”. Se llamaba Don Héctor Benón. Polvorientos camiones en el estío, intransitables en épocas de lluvias, pero Don Benón nunca faltaba a la cita. Muy temprano en “El muelle” y “Alvarado”, ataba a las varas de la jardinera cubierta con una gruesa lona, su yunta de caballos y partía, llevando en su interior todos los encargues que la gente del campo le confiaba, medicamentos, repuestos, folletos para estudiar, algo por correspondencia. El diario “La Palabra” escrito con letras grandes cuyo propietario Don José Arcuri, no callaba nada. Así Don Benón repartía en estancias, puestos, almacenes de ramos generales, todos los pedidos y encargues. En la panza de “La Galera” en perfecto orden, la carta esperada con ansias del hijo del hermano ausente que cumplía el Servicio Militar en el helado sur. La carta del familiar que se había marchado a la gran ciudad en busca de un mejor porvenir. La primera parada de nuestra “Galera” era en “El Cantábrico” más conocido como “Los dos Machos” pasando la “Curva de la muerte” luego el almacén “del centro” de los Sres Gaya por la Ruta 191. Luego “El boliche del bajo· de Braga. Ya estamos por villa sarita, entraba a la estancia “Las Mercedes” del Sr. Escalante. En el mojón 21 de la Ruta 191 doblaba a la izquierda pasando por “La Esperanza”. La estancia del Sr Castro Velez Sarsfield, en su extenso parque se veía la estatua de un ciervo con su cornamenta con las manos sobre un pedestal, mirando hacia el sur, perdida su mirada de mármol quien sabe en qué lejanías. Llegaba luego a “La Colorada” Ramos Generales de Don José Guscuela, su esposa Doña Carmen y sus hijos Evaristo y Alfonso. Luego estancia “Villa Elena” siguiendo hacia “La estrella” pasando por el almacén del Sr. Espinoza. Allí en “La estrella” almorzaba, cambiaba sus caballos y desandaba su ruta recogiendo todos los pedidos. Una honda emoción me embarga al recordar todos aquellos recuerdos inolvidables y queridos. En “San Ignacio” de Martínez Sobrado otra estancia que quedaba en el paso de “La Galera” vivía quien escribe y familia. En la vieja tranquera de madera esperaba ansiosa “La Galera”, a mi alrededor el bello y agreste paisaje, la suave brisa con aroma a surcos abiertos y trigales maduros. En mis manos un sobre tenuemente celeste, adentro un papel escrito con promesas y dulces palabras perfumadas de ilusión y Juventud. ¿por qué celestes senderos? Rodará “La Galera” al mando de Don Benón. ¿Cuántos años pasaron? Muchos. YO tenía entonces tan solo 15 años y hoy al escribir mi relato soy bisabuela de un sol de casi cuatro años.