La carta de Walter Esteve para La Opinión: “Valoro la tremenda humanidad que se manifiesta cuando se trata a las personas como tales”
Una emotiva carta de lectores que llegó desde Pueblo Esther, donde vive un sampedrino que lleva años viviendo fuera de la ciudad y que, por la pandemia, utiliza nuestra página web para saber qué pasa en San Pedro con sus seres queridos y vecinos.
Buenos días, soy un sampedrino más de los que vive en la provincia de Santa Fe, más precisamente en la ciudad de Pueblo Esther, a 20 kilómetros de Rosario. La mitad de mi vida la he desarrollado fuera de San Pedro, pero nunca renegué de mis raíces y tengo todavía afectos que me ligan.
No vivo del pasado, por esto del permanente ir hacia adelante, mas la base de mi persona tiene pilares que me enseñaron, me apoyaron, me alentaron y protegieron fundamentalmente con el ejemplo cotidiano.
Lo que los humanos llamamos la historia suele escribirse a partir de las jerarquías, de los que conducen (para bien o mal) y a veces deliberadamente olvida a los que dieron, muchos anónimamente, su esfuerzo, su trabajo, su salud, sus valores…. su vida, sin los cuales cualquier acto jamás hubiera llegado a buen puerto.
¿Qué hubiera sido de la liberación sin Cabral y Baigorria, sin tanta sangre y heroísmo silenciado por los libros? Soy clase 64, y por educación, pero sobre todo por la cruda realidad, descreo de los iluminados, los famosos, los líderes de carne y hueso, sobre todo aquellos que se piensan imprescindibles.
Creo firmemente que los que evitan que este mundo (y este golpeado país) estalle de una buena vez, son los miles de manos, corazones, cuerpos y almas que cada minuto de cada bendito día que sale y se pone el sol, sin pretensiones de bronce, lo dan todo por sus hijos, padres, hermanos, amigos, vecinos y hasta enemigos.
Y he aquí el motivo de esta carta: este planeta tecnológico es una paradoja, vivimos incomunicados en medio de la revolución de las comunicaciones, y esto me pasa hasta en Pueblo Esther, un solar de 10000 habitantes, donde no conocemos, no digo la vida y sueños de nuestro vecino, su nombre.
Lejos, muy lejos de tiempos donde mi abuelo Mateo saludaba a cada cual por su nombre, y la gente se involucraba en las alegrías y penurias del que moraba al lado, atrás, en la cuadra.
Para colmo hoy tenemos esta peste que nos separa físicamente, aunque la verdadera enfermedad argentina viene desde hace décadas y nos va destruyendo que es el desencuentro y la falta de respeto e integración.
Como hace más de un año no puedo visitar a mis afectos en San Pedro y aprovechando las redes frecuento La Opinión, donde rescato no solo la información, sino, y fundamentalmente, valoro la tremenda humanidad que se manifiesta cuando se trata a las personas como tales, no como un número o una estadística, en los momentos gratos y en los trágicos siempre figura un nombre y detrás una historia.
Que cada muerto por pandemia no solo figure en los libros para un porcentaje no es precisamente lo que se ve en la mayoría de los medios, a excepción claro está, que se trate de un famoso.
Que ustedes los nombren y cuenten qué hacían, qué pensaban, como vivían refuerza mi convicción de que aunque se pretenda unificar interesadamente a la prensa, hay todavía mucho para valorar, y esto dicho por alguien que alguna vez pensó en estudiar como periodista, pero elegí otros rumbos.
Simplemente gracias por reafirmar lo que ya sabía: Todavía hay esperanzas de una sociedad mejor. Saludos.
WALTER ALEJANDRO ESTEVE D.N.I. Nº 16.598.314
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