Juventud, divino tesoro
Este año, dos espacios cuentan con jóvenes de trayectoria militante en sus listas. Tienen menos de 35 años y serán candidatos en las próximas elecciones. Aparecen como un actor demandado por la sociedad en la participación política.
“Menos mal, que nunca la tengan / la experiencia de mentir / la experiencia de robar”, escribió León Gieco para hablar sobre la necesidad de jóvenes en la política. La sociedad demanda, desde el “que se vayan todos”, la necesidad de recambio en la dirigencia política. Caras nuevas es lo que se reclama, y que además puedan ostentar la posibilidad de resistir archivos.
Los jóvenes aparecen entonces como protagonistas en listas a nivel nacional, provincial y distrital, porque sus rostros denotan frescura, el lugar común dice que ser joven es ser ávido de cambios y, en especial, porque pueden mostrarse limpios en tiempos donde la política se enjuicia a priori como un ámbito que corrompe y ensucia.
La Opinión entrevistó a cuatro jóvenes candidatos de dos de las listas con mayores posibilidades de obtener un número importante de bancas en el Concejo en las próximas elecciones: Damián Mosquera y Cecilia Vázquez, segundo y tercera respectivamente de la lista que lidera Carlos Casini; Martín Pando, quinto en la nómina del Acuerdo Cívico y Social, y Valeria Roldán, tercera candidata a Consejera escolar, también por el espacio que lidera el Intendente y que lleva a Sergio Rosa como cabeza de lista.
Los cuatro coinciden en que la juventud no es un valor en sí misma, sino que el hecho de ser jóvenes puede contribuir con un compromiso más fuerte y con un ímpetu más marcado para generar cambios. “Los jóvenes tenemos menos miedo al cambio y menos respeto por el statu quo y eso nos hace que empujemos algunas transformaciones”, afirma Martín Pando, de 26 años, que milita desde su adolescencia en el radicalismo, estudia Profesorado en Historia, es periodista y tiene relación con el arte y la cultura desde la música y el teatro. Cree que hay “expectativas desmesuradas” en la sociedad respecto de los jóvenes y observa dos panoramas distintos entre la gente de su edad: “Por un lado, los jóvenes que tienen una posición casi militante de no enterarse de nada de lo que sucede en lo público y lo político, los que deciden no saber; por otro, aquellos que más allá de que se involucren más o menos en la participación, tienen vocación de empaparse de lo que pasa, de informarse y opinar”.
Damián Mosquera secunda a Carlos Casini. Tiene 32 años, es profesor de tenis y trabaja en el Ministerio de Justicia de la Provincia. Su trayectoria militante comienza hace unos once años, cuando empezó a participar de la Juventud Peronista de la agrupación Todos por San Pedro. “La juventud puede aportar muchas ganas de trabajar, un compromiso fuerte con el pueblo, no encerrarse en la estructura de los partidos. No creo que sea una cuestión generacional, pero debe cortarse con los dirigentes históricos, en los que la gente ya no confía”, explica Damián.
Por su parte, Valeria Roldán, de 32 años, maestra jardinera y estudiante del Conservatorio de Música, participa por primera vez en política y considera que “hay una apertura a los jóvenes, hay un cambio de aire. Hay gente nueva y joven participando, un acercamiento y un interés que tiene mucho que ver con que en las listas haya más juventud. Eso hace que otros jóvenes se acerquen y se interesen en la política”.
Cecilia Vázquez tiene apenas 25 años —el mínimo para ocupar bancas—, es Técnica en Administración de Pymes y estudia Administración Municipal. Su militancia está ligada al mismo grupo que Mosquera. “A los jóvenes mucho no les interesa, porque la política está mal vista, creen que todo es corrupción”, opina Cecilia sobre la relación entre jóvenes y política, aunque es optimista respecto de lo que podrían aportar los jóvenes: “Las herramientas que los jóvenes conocemos pueden hacer llegar más lejos las cosas. Hay muchos chicos con ganas de trabajar pero no se les daba el lugar y ahora que se ve la posibilidad se van a meter más”. Los cuatro consideran que juventud implica posibilidad de cambios y renovación, pero también afirman que para ello es necesario que esas energías que suelen tener los jóvenes se canalice en una participación activa y comprometida. “Sin compromiso no se puede lograr nada, todo parte de ahí”, aseguran.