Golpes, insultos y gritos, el clima hostil que armaron padres en las finales del Clausura para inferiores
El domingo en el Estadio Municipal en las definiciones de los torneos de quinta, cuarta y tercera que organizó la Liga Sampedrina (LDS) para chicos de entre 12 y 16 años adultos dieron la nota desde las tribunas con comportamientos que cruzaron límites. ¿Cuál es el límite entre acompañar y presionar? ¿Es necesario aplicar multas económicas o sanciones para frenar la situación?
Que el árbitro favorece a tal, que el jugador rival simuló y está haciendo tiempo, que patean para arriba o que siempre pasa lo mismo en la Liga Sampedrina (LDS). A los gritos, con insultos y algunas que otras cachetadas padres vivieron en las tribunas del Estadio Municipal las finales del Clausura para quinta, cuarta y tercera en las que se consagraron Independencia en intermedia y Paraná en las dos restantes porque le ganó a La Esperanza y Sportivo, respectivamente.
Adentro del campo de juego fue una jornada de lujo. El sol acompañó la tarde y el comportamiento de los chicos de entre 12 y 16 años fue correcto porque, más allá de la victoria o derrota, saludaron a sus rivales y festejaron en armonía. Afuera, quienes deben dar el ejemplo armaron un clima hostil que, incluso, generó discusiones porque otros pidieron calma.
El pico máximo se vivió una vez concluido el cotejo de quinta cuando, en la grada techada, una mujer le recriminó una situación a otra y agredió físicamente a un hombre que intervino para que la situación no pase a mayores. Es que durante la jornada el hilo entre la paz y la violencia fue muy delgado a pesar de que en la cancha había niños y adolescentes practicando el deporte que más les gusta.
La instancia definitoria, las hinchadas mezcladas en cada tribuna del Estadio Municipal y las labores de las ternas arbitrales, que como es habitual se llevaron insultos desde todos los costados, no son justificativos para enmarcar la irresponsabilidad de los mayores que, indirectamente, cada fin de semana presionan a los niños futbolistas a que sólo importa ganar y no aprender a jugar. Desde hace muchos años, es más importante el resultado que formar un deportista para que, si en un futuro tiene condiciones, seguir en la actividad, o, si no las poseen, adquirir los valores, herramientas y aprendizajes que otorgan ser parte de un equipo y competir sanamente.
¿Que buscan los padres con sus hijos? ¿Que lleguen a ser profesionales porque ellos no pudieron? ¿Los dejan disfrutar de un partido de fútbol? ¿Cuál es el límite entre acompañar y presionar? ¿Es necesario aplicar multas económicas o sanciones para frenar la situación?