Falleció Rubén Bonetti, uno de los grandes confiteros que puso la ensaimada sampedrina en el mundo
El fundador de Confitería Nuevo Horizonte, Rubén Bonetti falleció este jueves, a los 79 años. Su niñez en el campo, los comienzos en la panadería de Rotundo, las enseñanzas de don Juan Puig y el emprendimiento propio. Fue uno de los íconos de la ensaimada sampedrina, reconocida en el país y en el mundo.
Este jueves falleció Rubén Bonetti, el reconocido confitero ícono de la ensaimada sampedrina. Estaba internado en una clínica privada tras una serie de problemas de salud que lo afectaron en las últimas semanas.
Fundador de la confitería Nuevo Horizonte, una de las que puso a la ensaimada mallorquina de receta local en el país y en el mundo, Bonetti ya estaba retirado del oficio, que siguió su hijo Miguel junto a la familia, en el mítico local de Riobamba 630.
A los 14 años comenzó a concurrir a la panadería de la familia Rotundo. Pedaleaba cinco kilómetros desde su casa en el campo para jugar seriamente a ser ayudante de confitero. Apenas despuntaba el alba, Rubén ya estaba en su trabajo, donde Rotundo lo esperaba con café con leche.
Luego, cuando ya tenía un horno de barro en su casa del campo para practicar, en 1959 pasó a trabajar a La Perla, con el maestro confitero Juan Puig. Allí elaboró su primera torta de casamiento, que le llevó alrededor de seis horas, con modelado a cuchillo. “Todo a mano”, recordó alguna vez ante La Opinión.
Un buen día, Rubén Bonetti entendió que era hora de independizarse. Con mucho sacrificio —los martes que no trabajaba hacía changas en Baradero—, puso todas su energías en tener su horno a leña. Un crédito bancario y un garante le permitieron comprar la batidora. Así empezó Nuevo Horizonte.
Aunque para la época muy lejos del centro, Rubén decidió que la confitería estaría en su propia casa. Empezó en el living, con su esposa, Margarita, que hacía los pedidos. El horno a leña construido por ellos mismos era el motor del sueño del emprendimiento propio, hasta que llegó el local que hoy conocemos.
En 2018, Rubén Bonetti le contó su infancia a Juanita Lafalce. Recordó que en el campo estaba solo y que le gustaba jugar con camiones que él mismo construía. Incluso construyó un circo de madera, con lonas, palos y hasta butacas.
El niño Rubén escuchaba radionovelas, hablaba un poco en español y un poco en italiano. Su padre injertador aceptó que comenzara a ser panadero a los 14 años. Había estudiado por correo para ser dibujante humorístico, porque era fanático de Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia. Ya adulto mayor, Rubén no perdió el espíritu creativo y lúdico que lo acompañó durante sus 79 años.
Este jueves falleció, pero su recuerdo está grabado en la sampedrinidad. Rubén Bonetti es uno de los grandes confiteros de la ciudad, de esos cuya receta el país y el mundo seguirá disfrutando cada vez que una ensaimada de Nuevo Horizonte se vaya desde el local de Riobamba, donde su sueño creció y seguirá vivo por siempre.
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