Falleció Roberto Galarza, una de las víctimas de la Dictadura cuyo relato permitió condenar a los responsables
Lionel Roberto Galarza tenía 76 años. Militante social en al barrio Obrero, fue detenido dos veces por los grupos de tareas y sometido torturas. Su caso fue ventilado en el juicio de la megacausa Saint Amant III. Sus hermanos, su esposa y sus hijos también fueron detenidos por la Dictadura.
Falleció este lunes Lionel Roberto Galarza, uno de los sampedrinos que fue víctima de la Dictadura cívico militar que azotó al país entre 1976 y 1983 y cuyo caso fue parte de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos en San Pedro y la región.
Vecino del barrio Obrero, donde fue secuestrado por los grupos de tareas, sufrió dos encarcelamientos ilegítimos durante los años de plomo. La primera vez, seis días antes del Golpe de Estado, junto a tres hermanos; la segunda, un día antes de que se cumpla un mes del arribo de la Dictadura. En cada caso, fue detenido de manera ilegal y sometido a torturas.
La segunda vez se lo llevaron de la casa que habitaba en Aulí bis 370. Dos meses después, los grupos de tareas secuestraron del mismo domicilio a su esposa, Elena Farías. Cuando la liberaron, sus hijos pequeños no la reconocían.
Los hijos de Elena y Roberto, Rubén Daniel y Jorge Omar Magariños y Fabia y Saúl Galarza, quedaron en la casa el día que secuestraron a sus padres. Les dijeron que ellos volverían “enseguida”. Al otro día se los llevaron. Los dos mayores fueron a parar a la Comisaría, luego a un instituto en La Plata del que se fugaron para retornar al barrio para vivir con una tía.
La primera vez que lo detuvieron fue el 18 de marzo. Era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y sabía que podía pasar, aunque todavía no gobernaba la Junta Militar. Por la ventana vio que se acercaban dos personas vestidas de fajina, de verde, armados. “Intuí que me veían a buscar”, dijo en su declaración testimonial.
Cuando abrió la puerta, los soldados preguntaron por él. De inmediato lo esposaron y lo llevaron a un camión militar que estaba apostado en calle Miguel Porta, a media cuadra. A los pocos minutos vio que también habían capturado a sus hermanos Horacio, “Cacho” y Benjamín. “Pensaron que integrábamos una célula subversiva”, contó.
En ese camión militar estaban, también detenidos ese día, el periodista Enrique Gaido y el fotógrafo Juan Ladowosky, entre otros. “Estaban armados hasta los dientes”, rememoró Horacio Galarza aquel día en que fue detenido junto a sus hermanos.
“Chiche, están en la casa de Roberto”, le dijeron a Benjamín, que volvía de la cosecha de batatas. “Galarza”, le gritó un militar. “Sí”, respondió y le pidieron ir hasta su casa. Una vez allí, otro grupo, fuertemente armado, entró y revolvió todo. A él lo agarraban de la cabeza y le gritaban: “¿Dónde están las armas?”. No sabía de qué le hablaban.
Roberto Galarza supo que el lugar donde lo llevaron era “el cuartel de San Nicolás”: el Batallón de Ingenieros de Combate 101. Un militar daba las órdenes y el resto obedecía. Le dijo a él y al resto de los detenidos que estaba “al tanto de todos los movimientos”, que sabía lo que hacían y que “caminaban por la cornisa”. De allí los llevaron a la Unidad Penal 3.
Elena Farías y la esposa de Benjamin fueron a la Brigada de San Nicolás a preguntar por su esposo. Le dijeron que estaba en la UP3. El 5 de abril volvieron a llevarlo al cuartel. El mismo militar les dijo que quedaban en libertad.
En tren, Roberto Galarza regresó a San Pedro. En ningún lugar quedó asentada esa detención de 24 días. No hay acta, no hay constancia. Sólo los testimonios de las víctimas y los testigos, y un acta del juez en la que Galarza contó aquel hecho cuando volvieron a detenerlo.
El 25 de abril, 20 días después de recuperar la libertad, Lionel Roberto Galarza fue detenido una vez más. Eran cinco personas de civil las que fueron a buscarlo. Armados, se presentaron en su casa y lo obligaron subir a una camioneta en la que luego también subieron otros sampedrinos detenidos por ese grupo de tareas, cmo Olga Llanos y Luis Jaureguillorda.
Era domingo. Al matrimonio Jaureguillorda Llanos les dijeron que había una denuncia en su contra y que tenían que acompañarlo. Los encapucharon y los taparon con una manta al subir a la parte trasera de una pick up. Había otras personas y, aunque no lo vieron, reconocieron a Roberto Galarza por su voz: se quejaba del dolor.
En cautiverio, Galarza reconoció en la Brigada de Investigaciones a Rubén Darío Reynoso, el Negro. Lo habían torturado. “Estaba en carne viva”, recordó. El cuerpo del Negro fue arrojado al Río de la Plata en uno de los denominados “vuelos de la muerte”. El Equipo de Antropología Forense logró establecer que sus restos fueron cremados en el cementerio porteño de Chacarita.
“Me tiraron dentro de un lugar que supongo era un calabozo. Caí arriba de una persona a la que habían sacado de la cámara de torturas. Me dijo que era el Negro y me preguntó si era Beto. Yo lo conocía porque trabajaba como albañil y sabía que lo habían secuestrado porque los que me torturaban me decían que yo estaba ahí por culpa de él”, contó Galarza.
Entre el 23 de abril y el 6 de julio de 1976 estuvo detenido de manera ilegal y fue sometido a torturas. Una vez legalizada su situación, siguió en detención clandestina y víctima de tormentos como la picana eléctrica. Lo acusaban de ser parte de una célula denominada “Ribera del Paraná” del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) bajo el “nombre de guerra” de “Manuel”. Detenido, firmó una declaración bajo amenazas.
En la causa que condenó por su caso y otros similares a la cúpula militar de la región aparecen documentos en los que el intendente de facto, Eduardo Luis Donatti, requirió un relevamiento en “un barrio marginado” que no era otro que el barrio Obrero porque allí había “elementos subversivos” que pertenecerían a “grupos extremistas”.
Tras la recuperación democrática, estuvo cerca del Partido Intransigente y de Izquierda Unida. Como a tantos, los hechos de La Tablada del verano del 89 lo alejaron de la participación. En 2004, cuando ocurrió el famoso acto en el que Néstor Kirchner ordenó bajar los cuadros de Videla y Bignone del Colegio Militar, se sintió interpelado y volvió a acercarse a los debates políticos.
En las audiencias del juicio Saint Amant II que se celebraron en San Pedro en 2014, Roberto Galarza y Elena Farías declararon como testigos y sus relatos habilitaron parte de lo que luego sería el tercero de los juicios por los crímenes de la dictadura en la región. En esos días, el artista Jorge “Coqui” López les tomó la foto que ilustra esta nota.
“Se apagó a tiempo el fuego”, dijo un compañero de aquellos años. En los últimos meses su salud se había deteriorado. Falleció este lunes, a los 76 años, a nueve meses del día en que el Tribunal Oral Federal 1 de Rosario dictó sentencia contra los que lo detuvieron y torturaron durante la última dictadura cívico militar.
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