#EleccionesSinPalabras
Con capital electoral ajeno, cualquiera obtiene una beca. Los contendientes principales para las elecciones generales de octubre lo saben y ya calculan el grosor de la billetera con proporción inversa a la de los servicios que le prestaron y le prestan al pueblo.
El costo de cada concejal con un promedio de 50.000 pesos por mes y la falta de instalación en la agenda del ajuste que imperiosamente necesita la política ameritan un nuevo tirón de orejas para los que sin exhibir mérito descansarán durante cuatro años en la generosa almohada del Estado municipal. Diputados y senadores no son ajenos al banquete, sólo que con referentes de mayor fuste y posibilidades de fijar sus propias remuneraciones sin dar más explicaciones que las que, a veces, sólo a veces, les piden los medios.
No es suficiente con proclamar la austeridad si no se la practica pública y privadamente. Los becarios de Cristina y de Cecilio no han dado un solo paso para morigerar el impacto financiero que sus presencias le imprimen al desgano de aquel que vive de su trabajo y pena para pagar sus obligaciones. De bajar sus pretensiones económicas no hablan o ni se les ocurre.
La trampa tendida fue casi perfecta. Competir en las Paso como si fuesen generales y trastocar la realidad con una batalla entre buenos y malos que cala hasta los huesos a una sociedad que antepone sus deseos a la realidad, fue una novela cuyo capítulo principal se verá en octubre, cuando otro zafarrancho de despilfarro vuelva a caer como un rayo que festejan los que cavan la ensanchada grieta.
Cuando La Opinión y Sin Galera esbozaron una cobertura periodística que intentó eludir las banalidades repetidas de la contienda electoral, encontró la síntesis en una consigna que se presta a interpretaciones e invita a la imaginación. #SinPalabras puede ser mudo, amordazado, con ausencia de sonido, sin sentido, que no vale la pena, que se abstiene de comentar, que no encuentra el modo de describir, que no hay forma de denominar o que simplemente haya sido el disparador de un nuevo modo de contar lo que sucede, más directo, más sencillo y carente de comentarios que los que corresponden a una imagen o un número que, por cierto, siempre es un recorte de algo que sucede.
El pasado domingo, en estos medios, hablaron los protagonistas que masivamente desconocían que laselecciones primarias fueron concebidas para confrontar ideas y propuestas entre miembros de un mismo espacio partidario.
En una jornada soleada, apacible y normal para el común de los habitantes del partido de San Pedro, los resultados nacionales, provinciales y locales mostraron cómo salían los moradores del Caballo de Troya sin temor a enfrentar batalla alguna en el llano. En la panza del equino o la equina estaban ellos y ellas esperando que se abra la puerta para ingresar al mágico mundo del #ParaCobrar-EstamosNosotros.
Serán cuatro años de manutención, a menos que la gobernadora María Eugenia Vidal le ponga voluntad a una reforma política que les evite a los ciudadanos la financiación de los vagos y el nombramiento de los inútiles acomodados. Terminar con Cristina Fernández de Kirchner parece un trámite menor respecto a los abusos que en nombre de la honestidad se perpetran con soberbia y por doquier en cada ciudad del territorio argentino en el que, con el sabor que paladean los dueños de poder, no hay manjar equiparable a la impunidad.
Será que razonar ha perdido sentido y por ende exponer la situación no sea más que otro acto de locura que se hilvana punto a punto en las mesas de parches y costuras entre aspirante y veteranos que viven del dinero público y lo gastan como propio.
Estar contento tras los resultados que ponen en una triste competencia a las cabezas de las listas locales es mucho más que una desilusión: es el fracaso del intelecto y la ofensa al sentido común.