El río se cobró la vida del veterano de guerra Jorge Andreetta
El excombatiente de Malvinas nacido en Quilmes desapareció el lunes en las aguas del riacho cuando intentaba recuperar su embarcación. La historia, el recuerdo y el reconocimiento de la comunidad educativa donde relató su experiencia en las islas. Los últimos días de vacaciones con la familia y los planes a compartir con amigos. Su cuerpo fue hallado en la tarde del martes por la prefectura.
Fueron cientos las manifestaciones inmediatas de pesar cuando el lunes pasadas las 20.00 La Opinión confirmó en su página web que el hombre de 53 años desaparecido en el riacho que buscaba la Prefectura era Jorge Andreetta, portero de la escuela secundaria 8, catequista y veterano de Malvinas, cuyo cuerpo sin vida fue hallado ayer pasadas las 18.00.
Nacido en Quilmes y de esposa sampedrina, se aquerenció en la ciudad ubicada a orillas del río al que se arrojó por última vez para intentar rescatar el kayak con el que había estado navegando esa tarde, como tantas otras, y que había amarrado en la costa del Paseo Público.
Desde hace unos diez años trabajaba como auxiliar de la educación, un ámbito en el que logró el reconocimiento de sus compañeros de trabajo y, sobre todo, el cariño de los alumnos que pasaron por las escuelas secundarias en las que le tocó desempeñarse.
Prefectura trabajó intensamente desde el momento en que dieron aviso a la Policía acerca de la aparición del kayak amarillo de Jorge Andreetta, que ese lunes había salido a remar junto a Leo, un joven de 18 años, egresado de la escuela donde trabajaba y uno de los tantos que lo eligió para que le entregue el diploma.
Buzos de Bomberos Voluntarios de San Pedro, Baradero, Derqui y Del Viso se sumaron a la búsqueda.
A las 18.00 del martes, los efectivos de los cuarteles que enviaron refuerzos para la tarea se habían retirado. Los locales decidieron hacer una última recorrida antes de que se fuera la luz del día.
A las 18.10 encontraron el cuerpo cerca de donde los testigos habían señalado como el lugar en que lo vieron por última vez. Unos metros río abajo, en proximidades de la isla de enfrente, prácticamente en el mismo lugar donde semanas atrás encontraron el cuerpo de Sebastián Gómez, el joven de 19 años que murió ahogado también en el riacho frente al Paseo Público. “El Guardacostas lo enganchó con el grampín”, informaron.
Media hora más tarde, su esposa Norma reconocía el cuerpo en el Puerto, donde lo trasladó el Guardacostas de Prefectura. Luego, una ambulancia se dirigió con los restos a la morgue judicial.
Una tragedia en el río
Jorge Andreetta solía salir a remar. Generalmente lo hacía con amigos, entre ellos el Consejero Escolar Jorge D’Andrea, quien fue su primer Director en San Pedro. Ese lunes había salido con Leo, un egresado 2016 de la Secundaria 8 que funciona en la escuela 1, donde el auxiliar de la educación cumplía funciones.
En la zona del buque museo General Irigoyen habían dejado el Fiat 147 que Andreetta usaba para estas ocasiones en lugar de la Renault Duster que manejaba orgulloso y con la que cumplió algunos de sus sueños viajeros.
Tras la jornada recreativa, pararon a descansar en el Paseo Público. En inmediaciones del muelle de madera que utilizan los pescadores amarraron el kayak amarillo.
Una pareja que había ido a pasar el día con su pequeña hija fue testigo de lo que sucedió. David y Melina vieron cuando Jorge Andreetta se arrojó a las aguas porque el kayak se había soltado y se lo llevaba la correntada.
“Escuché que gritaba por ayuda y pensé que le estaba haciendo una joda al otro muchacho. Cuando gritó de nuevo, me acerqué; buscaba una vara para tirarle. Atiné a tirarme al río, pero me atajó mi mujer, es una zona muy peligrosa”, relató David, que aseguró haberlo notado tranquilo en medio de la tensa situación. “Salía a la superficie y pedía ayuda, se iba para abajo y cuando salía volvía a pedir ayuda”, contó.
Melina quedó consternada. “No nos dio tiempo a nada. Cuando quisimos acordar, el cuerpo se hundió”, recordó y agregó: “Se ahogó frente a nosotros, el río lo traía, pidió ayuda tres veces”.
“Voces del Silencio”
Jorge Andreetta nació en Quilmes, donde vive su familia. Con su esposa Norma, sampedrina, solían venir a la ciudad hasta que hace unos diez años decidieron instalarse con su pequeña hija Luján, que hoy tiene 15 años.
Cuando llegó a San Pedro, su primer trabajo como auxiliar de la educación fue en la por entonces Escuela Secundaria Básica N° 3, que funcionaba en la escuela 4 y que luego se transformó en la Secundaria 11, con orientación en Artes Visuales.
Allí su Director fue Jorge D’Andrea, quien se convirtió en un amigo y confidente.
El consejero escolar lo recordó como un hombre “siempre contento”, muy activo y con “ganas de hacer muchas cosas”.
Fue en esa época en la que Andreetta se animó a recordar su paso como soldado en Malvinas, cuando apenas era un conscripto de 18 años y le tocó revistar entre los que fueron enviados al conflicto bélico.
Nunca había hablado del tema. Ni siquiera en su familia. En aquel momento, D’Andrea lo convenció de que contara su experiencia a los chicos. Ese día, en esa charla, estaba su madre, a quien él tampoco había hecho referencia alguna acerca de aquellos días de guerra.
Se animó, cada vez más, a hablar del tema y se convirtió en un miembro activo del grupo de excombatientes locales. Mientras buscaban su cuerpo en el río, ahí estaban Javier Saucedo, Mingo Novaro y otros compañeros que compartieron aquella experiencia.
“Era una persona con un corazón gigante que te daba todo lo que sea”, recordó D’Andrea. En la escuela secundaria 11, el Centro de Estudiantes lleva su nombre. En la Secundaria 8, que funciona en la escuela 1, donde trabajaba desde hace unos años, también era muy querido.
El año pasado, con la profesora Carolina Sofía y un grupo de alumnos, hicieron un trabajo documental para el programa Jóvenes y Memoria que expusieron en Chapadmalal bajo el título “Voces del Silencio”.
Cada diciembre, cuando tenían lugar los actos de colación, Jorge era uno de los que más diplomas entregaban. Compinche de los chicos con el agua para el mate, con una golosina gratis o fiada en el recreo, con una charla de esas en las que los adolescentes confían en un adulto que no se muestra como autoridad aquellas pequeñas o grandes cosas de la vida que los atraviesan.
Volver a Malvinas
El sábado pasado Jorge Andreetta había cenado con su amigo Jorge D’Andrea. Le había contado sobre su último viaje que hizo junto a su familia. Allí recordó que uno de sus sueños era volver a Monte Longdon. Planeaban algún día ir juntos a correr la “Maratón de las Islas”, aunque siempre el costo del evento los aplacaba.
“El 2 de abril me iba a ir a correr la maratón de Santiago de Chile con una remera argentina, por él; pero con esto, me parece que me voy a quedar, así estoy en el acto, que va a ser muy duro”, lamentó D’Andrea, anticipándose a lo que seguro será un homenaje de sus compañeros del grupo de excombatientes.