El cumpleaños de Fabiola Yañez y una reflexión de Pato Esteve: “Rompe el pacto social base de la República”
Walter "Pato" Esteve publica habitualmente relatos de lo que denomina "fragmentos de una biografía no autorizada en primera persona". El sampedrino radicado en Pueblo Esther, Santa Fe, envió en esta oportunidad una reflexión sobre el episodio del cumpleaños de la primera dama Fabiola Yañez y las explicaciones que dio el presidente Alberto Fernández al respecto.
Por Pato Esteve
Hubiera preferido enviarles otro relato donde gane la ficción, pero la cruda realidad me lo impide. El 9 de agosto cumplí 57 y, como muchos, he vivido y hasta sobrevivido la historia argentina.
Sin embargo, lo sucedido el 14 de julio de 2020, en mi opinión no exenta de emociones, es de una gravedad terminal que debería marcar un antes y después en el devenir democrático desde el fin de la Dictadura.
Digo “debería” porque lamentablemente los argentinos, o parte de ellos, nos caracterizamos por vender el alma al diablo y sufrimos de amnesia electoral.
Porque que un presidente elegido conforme a la ley y a la Constitución, sea por impericia, negligencia, impunidad o a sabiendas, da igual, viole lo que él mismo decretó poniéndose por encima del propio ordenamiento jurídico no puede quedar impune.
El acto y la posterior “explicación” en tono de amigable componedor de sus propios yerros no solo es una afrenta moral ante tamaño sufrimiento de padres, hijos, amigos, familias enteras que han desaparecido de la faz de la tierra por la pandemia. Es un rompimiento del propio pacto social base de la República. El acuerdo mediante el cual delegamos nuestro poder y ponemos nuestra suerte en manos de los representantes para que gobiernen por nosotros.
Ese contrato fundacional tiene un límite infranqueable para que exista Estado de derecho: el cumplimiento por el gobernante de la propia norma que él crea y aplica al pueblo, y el sometimiento a las consecuencias y sanciones que conllevan su incumplimiento.
Pues aquí no sucedió ni una cosa ni otra, lesionándose además el principio de igualdad dado que al habitante común se lo conminó con la fuerza pública y el rigor del Código Penal ante situaciones similares.
Más allá del oportunismo de la oposición, que no está en posición de lanzar piedra alguna, que muchos del llano pretendan minimizar los hechos o justificarlos con el delito del otro es verdaderamente grave y desesperanzador.
Encima, y vaya paradoja, que la fiesta se diera justo en un nuevo aniversario de la Toma de la Bastilla que marcó el fin de la realeza en Francia es cuanto menos una burla cruel, un mensaje de impunidad inaceptable y muestra de privilegio propios del Rey Sol.
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