Crimen de Gomila: un año de impunidad
El lunes se cumplió el primer año del asesinato del anciano viverista en El Espinillo. Familiares y amigos volvieron a reclamar justicia y a denunciar las sospechas respecto de las complicidades que permiten que Ulises Fernández, el único imputado por el caso, todavía permanezca prófugo.
Pasaron doce meses desde aquella madrugada de sábado en la que el viverista Ariel Lido Gomila, de 77 años, llegó a su casa ubicada en el campo, en el paraje El Espinillo, y se encontró con delincuentes que estaban robando. Ese día, cuando bajó armado del auto en el que lo acompañaba su esposa, lo asesinaron de un disparo.
Desde entonces, la única pista de la investigación derivó en la elevación a juicio de la entonces consejera escolar Silvina Sampol, electa por Cambiemos en la boleta del intendente Cecilio Salazar, acusada de vender drogas, y la imputación de su pareja, Ulises Fernández, quien un año después todavía permanece prófugo de la Justicia, lo que para el Fiscal Marcelo Manso es imposible sin contar con colaboración.
A 365 días del asesinato, sus familiares y amigos volvieron a reclamar justicia, como ya lo hicieron en marchas, protestas y comunicados en los que no dejaron de denunciar que sin complicidades políticas, judiciales y/o policiales, el único imputado no podría seguir escapando.
Fernández desapareció al otro día del crimen, luego de que lo alertaran acerca de que su casa sería allanada. Desde entonces, todos los intentos por encontrarlo fueron infructuosos y lo único que se halló esa noche fueron 1,2 kilos de marihuana compacta y 54 gramos de cocaína, cuyo destinoera la venta.
“Como si el arma que disparó se disparara a cada minuto y la bala que le atravesó el abdomen lo volviera a matar a cada instante. Y en esa permanente muerte nos encontramos, recibiendo la terrible noticia en medio de la somnolencia de la madrugada, sintiendo en nuestro propio cuerpo el impacto de la pérdida irreparable, como una flecha que te perfora sin avisarte”, señalaron.
Eso, aseguran, es lo que les provoca la impunidad de lo que denominan un “crimen injusto, dolorosamente injusto”.
“Entendemos que los que amamos a Ariel sabemos que ahora somos su voz, su cuerpo y su alma. Que somos los únicos que podemos gritar por él, reclamar por él, trascender con él. Entonces decidimos que eso es lo que vamos a hacer sin descanso: gritar por él, todos los días, un poco más fuerte, para que se escuche como un eco infinito: Justicia. Nunca olvidaremos. Nunca dejaremos de amarlo. Nunca dejaremos de pedir justicia”, concluye el texto.