Con una K en el zapato para caminar Río Tala
Los cambios que produjo el Intendente Fabio Giovanettoni en su gabinete explotaron por dónde menos se esperaba. Los vecinos de Río Tala que reclamaban por inseguridad y por la connivencia entre fuerzas policiales y el delito fueron solo la mecha que con rapidez llegaría al corazón del envase de pólvora que generó la designación de Gustavo Oskoma en la delegación de la localidad.
“Fue la gota que colmó el vaso”, sostuvo una de las más activas integrantes del grupo de vecinos que el lunes por la noche anunció su resistencia al nombramiento, aun con medidas de acción que según el propio Intendente violan facultades que le son propias.
El Jefe Comunal se enojó porque los mismos que le pedían el cambio de Diego Macenet ahora pretendían elegir a su sucesor, cuando esta es una potestad que le corresponde. Es más, cuando supo que los vecinos querían designar a Juan Yamuni por votación popular, puso el grito en el cielo y ratificó al militante kirchnerista para dirigir los destinos de los más de 4.000 habitantes talenses.
Hubo comentarios de todo tipo y los que se animaron a fundamentar la oposición al nombre de “un foráneo” –Oskoma proviene de la ciudad de Monte Grande– lo hicieron sobre bases personales y políticas.
Las personales apuntan a conductas impropias o falta de transparencia tanto en el emprendimiento de elaboración de vino de arándanos que recibió dinero de la Cooperativa Dignidad por San Pedro en 2011, cuando llegó un millón de pesos desde el Ministerio de Agricultura que por entonces estaba a cargo de Julián Domínguez y había gestionado Daniel Monfasani en momentos en que compartía lugar junto a Nicolás Macchia en las listas del Frente para la Victoria, como el reciente subsidio que fue entregado en la municipalidad para la misma tarea y que corresponde al Ministerio de Trabajo.
Para los memoriosos se recuerda un escándalo de proporciones por aquel dinero depositado en el Banco Nación que “fue administrado por Juan Diego Basaldúa” como presidente de una entidad que ni domicilio tenía y cuyo listado de beneficiarios fue bien guardado por quienes antes eran amigos y ahora son adversarios.
Los fundamentos políticos son más difíciles de digerir puesto que se asientan en la presunta participación de Gustavo Oskoma en el grupo más joven y comprometido con Cristina Fernández de Kirchner, que abarca movimientos que van desde La Cámpora hasta el Movimiento Evita.
Inseguridad, usurpaciones y elecciones
Los tres temas constituyen un combo peligroso para analizar a la ligera. Los vecinos de Río Tala soportan desde hace años la marginación en las obras y el descontrol en el asentamiento de decenas de familias pauperizadas que quedaron sin sus fuentes de trabajo en la recolección de frutas.
Además se registran graves episodios de inseguridad que muchas veces son pasados por alto por el temor que tienen a denunciar ante un destacamento del que sospechan y mucho.
El clima preelectoral tampoco los ayuda porque todos hablan de todos para ver quién se queda con el rédito político al liderar la protesta, sobre todo en el caso del nombramiento de Oskoma, que tiene mucho condimento sembrado por su antecesor Macenet, quien resalta su condición de nativo y su trayectoria tanto en las instituciones deportivas como sociales.
“No puedo hablar por una cuestión institucional por respetar la designación de Giovanettoni”, dijo Gustavo Oskoma al ser consultado por La Opinión respecto al día en que asumirá en su cargo. Por su parte el Intendente, que no está dispuesto a ceder, no ha fijado fecha y hora “por otras tareas y viajes” que debía realizar en estas horas, según informó a este medio el lunes por la noche.
Queda claro que el nombre seguirá siendo el mismo, pese a que el martes por la mañana el grupo de vecinos que se opone se manifestó en las puertas de la Delegación. Desde el municipio las sospechas recaen sobre referentes políticos vinculados al Frente Renovador que, por cierto y como tantos otros, antes eran hiper kirchneristas.
Quién es Gustavo Oskoma
Los datos que sirvieron para descalificar a Oskoma se mezclan con cierto grado de intolerancia hacia el sector que representa en la política local. Sin embargo este medio trazó un perfil sobre el nuevo delegado.
Tiene 39 años, nació en Capital Federal, donde cursó en la UBA la Licenciatura en Economía, estudios que abandonó para abocarse al trabajo que le permitía generar sus propios ingresos como tantos otros jóvenes que tras la crisis de 2001 fueron excluidos del sistema.
Hasta el año 2002 trabajó para la empresa Siemens en la zona de Turdera. Sin embargo desde 1997, siempre estuvo relacionado a la elaboración y comercialización de alimentos, tarea que aún desarrolla con un emprendimiento familiar que ha crecido bastante en los últimos años.
En el año 2004 el destino lo llevó a estar a cargo de dos fincas vitivinícolas en Mendoza, hasta que envió su currículum a Marítima Heinlen e ingresó a sus oficinas de Capital Federal desde donde se programaba el funcionamiento de la planta en San Pedro.
En 2006 recaló en Río Tala, durante la construcción, para quedar luego como encargado de la planta de la empresa en la que trabajaban los dos ingenieros que diseñaron un establecimiento modelo para lo que se conocía en la zona.
En 2007 se casó con su compañera Melina, con quien tiene dos hijos: una nena de cuatro años y un varón de seis. Ambos asisten a la escuela pública, la menor en Río Tala y el mayor en la Escuela 27, muy cerca de donde hasta hace un tiempo trabajaba su mamá.
Según relata Gustavo Oskoma, sus problemas en la planta de Marítima Heinlen comenzaron cuando uno de los profesionales a cargo percibió que “tenía una actitud que sindicalizaba a los trabajadores”. Lo cierto es que cuando le llegó el despido, en 2009, los sindicatos ya habían afiliado a gran parte del personal y la planta estuvo dos días de paro en reclamo de su reincorporación.
“Sólo tres personas ingresaron a trabajar”, recuerda Oskoma como muestra de la solidaridad que recibió en ese momento y dejando en claro que no hubo otra cuestión de por medio para su alejamiento del trabajo que lo trajo a vivir a San Pedro. Cobró su indemnización y se dedicó de lleno a su actividad particular. Empezó a fabricar a baja escala y luego comenzó a crecer. “Este año elaboramos 13 toneladas de frutas”, sostiene respecto a 2015 y agrega que abastecen y distribuyen sus productos en ciudades vecinas y en Capital Federal.
En 2011, llegó el “famoso” subsidio de Julián Domínguez que quedó envuelto en los manejos señalados en esta misma página. “Nosotros recibimos 27.000 pesos y compramos dos pailas, que son herramientas muy importantes. Con el resto compramos insumos”, indica. “Ahora queríamos hacer otras cosas, pero no sé”, agrega.
En 2015, recibió por parte del Ministerio de Trabajo otro subsidio de 25.000 pesos para su empresa productora de alimentos artesanales.
Cuando se le pregunta por su militancia define: “Soy un militante social que se relaciona con el kirchnerismo por una cuestión ideológica”. Sostiene que no pertenece a La Cámpora y que si bien ha sido colaborador del grupo Cultura Vallese, todo se enmarca en su compromiso con tareas vinculadas a la sociedad que van desde “conseguir una silla de ruedas a colaborar después del tornado”.
“Aquí hay que armar un gran rompecabezas porque todas las relaciones están cortadas desde hace más de 10 años”, describe al señalar como primordial tarea la de incluir a todos los actores sociales en futuras acciones que permitan un desarrollo para todos los talenses.