#CharlasConDeportistas Ezequiel Báez Corradi: “No es necesario irte a jugar afuera a los 13 años, no te asegura nada”
El joven de Gobernador Castro que actualmente milita en La Emila de San Nicolás donde todavía no pudo debutar oficialmente por la pandemia de coronavirus que frenó todas las actividades dialogó con La Opinión en el ciclo de conversaciones en vivo por Instagram y dejó un claro mensaje a todos los niños que sueñan con ser profesionales, objetivo que a él se le frustró en gran parte por las desazones que sufrió con sus representantes. "Si te vas con 13 o 14 años tenés que estar en una pensión, lejos de tu familia y bancarte muchas cosas. Un padre te va a ver el sábado como jugas pero entre semana no está con vos y no sabe cómo estás", sentenció el futbolista que se formó en Agricultores y fue capitán en selecciones de Argentina U15 y U17.
Ezequiel Báez Corradi tiene apenas 25 años pero en el fútbol las vivió todas, buenas y malas. El joven nacido en Gobernador Castro y formado en Agricultores se fue con apenas 13 años a Racing de Avellaneda y fue capitán de las selecciones de Argentina U15 y U17 con las que disputó, entre otros certámenes, un Mundial. Durante varios años fue el chico por el que San Pedro prendió la televisión para verlo con la camiseta albiceleste pero su destino, por la influencia de terceros que lo engañaron e hicieron sufrir sin importar su persona, no fue la elite nacional ni Europa como sí la de compañeros que tuvo entre los que sobresalen Lucas Ocampos (Sevilla) y Leandro Paredes (Paris Saint Germain).
Actualmente, el hermano de Gabriel (tras un paso por México regresó a Newell's donde debutó como profesional en La Bombonera frente a Boca Juniors) milita en La Emilia de San Nicolás donde todavía no pudo debutar oficialmente por la pandemia de coronavirus que frenó todas las actividades y habló con La Opinión Deportes en el marco del ciclo de charlas en vivo por Instagram donde contó todas las peripecias que vivió en su carrera y dejó un claro mensaje para todos los niños (y sus padres) que sueñan con hacer su camino: "No es necesario irte a jugar afuera a los 13 años porque no te asegura nada. Me da risa cuando escucho a los padres decir que van a llevar a su hijo a tal lado. Si te vas con 13 o 14 años tenés que estar en una pensión, lejos de tu familia y bancarte muchas cosas. Un padre te va a ver el sábado como jugas, pero entre semana no está con vos y no sabe cómo estás".
– ¿Cómo fue tu salida de Agricultores y llegada a Racing?
-Justo salimos con la selección U13 de San Pedro a jugar a Chacabuco y perdimos la final. Después de ahí estaba el rumor que me habían llamado de la Selección Argentina y me dijeron que tenía que jugar en un equipo de AFA para poder ir. Yo me había probado en Argentinos Juniors y había quedado pero no tenía pensión. En Independiente también. Estaba por firmar con Defensores de Belgrano de Villa Ramallo y me llama una persona que conocía de cuando jugué en la selección de la Liga Infantil (LDI), que me alojó en San Nicolás. Habló con mi viejo y me ofreció ir a Racing. Fuimos con otros chicos de San Nicolás y uno de esos era Juan Musso que está en la selección Argentina ahora. Yo en ese momento jugaba de volante o delantero. Un ayudante del técnico me dijo que esa categoría, la novena, necesitaba defensores y me dijo si podía jugar de central que obviamente dije que sí. Me probaron, me sacaron a los 20 minutos y pensaba ‘que cagada me mandé’. Me sentaron afuera y el técnico y nos dijo a mí y a Musso, que ya medía 1,90 metros, que nos teníamos que quedar. Yo llegué en mayo, en junio empecé a jugar y en agosto empecé a ir a la selección U15. Después fui U17 y preseleccionado U20.
– ¿Qué torneos jugaste en cada categoría de la Selección Argentina?
-En U15 jugué el Sudamericano en Bolivia; en U17 una copa en Japón, el Sudamericano en Ecuador y el Mundial en México. En ambos fui capitán por un sorteo. En ese momento teníamo de entrenador a (Héctor) Enrique pero una semana antes del Sudamericano U15 se va a la mayor con (Diego) Maradona y vino Oscar Garré que como no nos conocía, nos metió en una pieza y fue por sorteo. Me eligieron mis compañeros con trece votos entre 21 o 22 jugadores. Uno se votó él solo, por ejemplo. A mí me daba lo mismo, yo estaba agradecido con jugar, fue algo extra. Ahí me mantuve siempre yo. En el plantel estaban Musso, Bruno Galván, Agustín Alione, Lucas Ocampos que está en Sevilla y Leandro Paredes del Paris Saint Germain, entre otros.
– ¿Seguís teniendo relación con esos chicos?
-No, por ahí hablamos con algunos, pero se pierde. Ellos están en otro nivel, en otras cosas. Otros están como yo y sí tenemos relación o contacto. Los otros agarran una red social y deben tener un millón de mensajes, no se van a poner a leer uno por uno. Yo si les tengo que escribir les voy a escribir, no tengo problemas. Pero si no me responden entiendo la situación de ellos. No me gusta escribirles para exponerlos a algo.
– ¿Mientras estuviste en las selecciones nacional siempre jugaste en Racing?
-Sí, siempre en Racing. Después pasé a Gimnasia de La Plata. Estaba medio jugado en Racing, en una edad en la que yo quería que me vean y ahí siempre, por una cosa u otra, terminaba en la nada, estaba siempre en reserva y me cansé. Me salió la oportunidad y me fui a Gimnasia donde empecé en reserva hasta que (Pedro) Troglio me llevó a una pretemporada de invierno, hicimos amistosos y me puso de lateral por derecha. Me dijo que me iba a quedar con el plantel hasta que un mes después viene un coordinador que nos dijo que no íbamos a seguir ni yo ni ninguno de los que no eran formados en el club porque les iban a dar la posibilidad a los chicos que eran del club. Nos dieron la chance de irnos o quedarnos a entrenar ahí con la reserva.
-Los colgaron…
-Si. Yo me fui, estuve hasta diciembre y me fui, rescindí contrato. Me vine a Castro y ya me había cansado. Me surgió la chance de ir a Tristán Suárez por uno de esos 10 mil representantes que andan ahora. Me probaron con reserva y el técnico de la primera me dijo que tenía condiciones y me dijo que me quede con ellos. El entrenador me dijo que el lunes vaya a entrenar con la primera normalmente. Vine a Castro el fin de semana, pasaban los días y no me decían la hora que tenía que ir. El domingo, nada. Le pregunté al representante y me dijo que se había caído todo. Yo tenía contacto con un asistente de primera y le pregunté qué pasó y me dijo que el representante pidió mucha plata por mi pase cuando yo iba libre, no necesitaba plata, solo un contrato. Ahí se cayó todo, me calenté y no quise jugar más. Jugué dos partidos acá en Agricultores y me salió la chance de ir a Mitre. Hablando con (Gerardo) “Coco” Espíndola para ir a Mitre me dijo si no me gustaría ir a Sportivo Baradero a jugar el Federal B, algo que yo nunca había pensado. Habló con Marcos Barlatay, me llamó, fui un día y arranque en Sportivo.
– ¿Vos estabas alejado del fútbol de San Pedo?
-Sí, no tenía mucha idea de qué pasaba acá. Cuando me vine no quería saber nada, jugaba en Castro sólo para sacarme las ganas de patear una pelota. Arranqué en Sportivo y eso me ayudó a remontar un montón mi carrera.
-Destaco el gesto de Espíndola de él estando en Mitre que es un club grande darte la chance a vos de ir a un equipo que estaba jugando a otro nivel…
-Sí, con Coco siempre tuve muy buena relación porque fue entrenador mío en la selección U13 de San Pedro. Soy un agradecido con él porque me hizo a ir a Sportivo, sino capaz hubiese tenido otro destino. En Sportivo cuando llegué peleaba para mantenerse, era un equipo con once jugadores nomás. Siempre peleábamos por no descender y un año se armó un equipo más lindo. Empezamos a pelear por mantener y terminamos peleando el primer puesto. Terminamos jugando con Camioneros ese cruce y eso fue una locura. Acá en Baradero no jugué de titular, entré en el final y era una locura. Nosotros también concentrábamos y en Baradero se vivía otro clima. Al lado de ellos éramos un equipo de barrio, llegaron en un colectivo de dos pisos, los utileros estaban dos horas antes armando el vestuario, tenían cualquier cantidad de botines, ropa de primer nivel. Nosotros éramos guerreros, íbamos a hacer lo que podíamos. Barlatay nos dijo que éramos once contra once y nos motivó un montón. En Baradero empatamos 0 a 0 y de visitante fuimos ganando a los dos minutos, nos dieron vuelta 2 a 1 y ahí el Piti (Fernando Gómez) erró un penal y ahí nos hicieron el 3 a 1. No hicimos el ridículo en ningún momento.
– ¿Estuviste en Brasil también?
-Sí, salió de imprevisto. Una persona de Buenos Aires me dijo si quería ir y le dije que sí. Me fui allá a Jacuipense, no entendía nada. Fui ahí, me largaron solo para ver que pasaba y no sabía nada. Me metieron en una casa con tres brasileros y me dijeron que iba a vivir ahí y arréglate. La fui remando, ellos hablaban y no entendía nada, se me reían mientras hablaban y no podía hacer nada. Día a día aprendí a hablar y empezó a cambiar la cosa porque yo también los jodía. Estaba a dos horas de Salvador de Bahía, en el norte de Brasil. El torneo era un estadual y duraba tres meses. Terminó eso y empezó la duda de volverme porque estaba tirado allá, me dejaron solo. Había hecho amistad con chicos de allá y me salió la chance de jugar en otro equipo y fui, era aguantar tres meses más. Llegué para la segunda fecha, el entrenador me dijo que me quede y estuve ahí. Tuve mucha mala suerte con la gente que me manejaba, yo no cobraba un peso ahí, sólo la plata de los premios por partido ganado. Te alcanzaba solo para vivir, pero para mí no me alcanzaba nada. Yo no fue con esa condición, fui con sueldo que jamás lo vi.
-Otra vez la persona que te representó te dejó tirado…
-Tal cual. Uno como es extranjero medio que te boludean. Le dije al presidente del club que me dé la plata a mí, que no le deposite más al empresario ese de Brasil que se la daba a mi representante porque no me la daba, nunca me la dio. Yo no tenía cuenta allá y sólo se pagaba así, no con plata. Hasta que un día me cansé y antes de jugar la final del torneo le dije al entrenador que me iba. Me convenció de que me quede a jugar, de que me ayudaba y demás. Yo no tenía un peso, el pasaje de vuelta me lo pagó un amigo a quien estoy muy agradecido. Me fui seco y volví más seco. Jugué el partido ese, la final, y es la única vez que jugué queriendo perder porque si ganaba me tenía que quedar allá para jugar otro partido. Por el destino o qué, estábamos saliendo campeones porque con el empate ganábamos y en tiempo adicionado nos hicieron un gol de cabeza. A la otra semana ya me vine. La pasé bien en el sentido de que en el fútbol me fue muy bien, pero la pasé muy mal en el sentido económico. Me fui con una idea y volvió peor de lo que me fui.
– ¿Cuántos chicos habrán pasado la misma situación que vos por esa clase de representantes?
-Es un tema, hay 10 mil representantes y vos tenés que tener la suerte de que en ese momento te toque. Yo a Brasil fui a un club chico y se me iba bien y me llevaban al Bahía o Victoria que son los dos clubes grandes, los representantes iban a aparecer. Para ellos es una apuesta, es decir largo un perro a cazar una liebre, si la agarra me la como y sino una comida más. No se fijan lo que es uno y cómo la pasa. Creo que fue una virtud mía salir adelante siempre porque con las cosas que he pasado ya hubiese dejado el fútbol. Esas cosas me hicieron más fuertes para seguir intentando. Aguantar viajes y no ver a mi familia, hice todo eso porque me gusta el fútbol.
-Muchos niños sueñan con hacer lo que vos lograste en el fútbol, pero no se ve todo el negocio que hay detrás y muchas veces se frustran…
-Creo que esa es la realidad. Para estas personas vos sos una semilla: si les das frutos van a hacer plata y vos también, y sino listo. En mí tampoco invirtieron plata, todo lo hacía yo desde comprarme botines y demás. Yo tenía el sueño de que me vaya bien y me gustaba el fútbol, pero las cosas no son como uno las piensa o sueña y muchas veces me di la cabeza contra la pared. Lo importante es levantarse y hoy estoy bien parado, con una familia, y eso quedó como anécdota. En su momento las sufrí y con otras cosas me divertí, no digo más nada. Cuando me piden algún consejo para los chicos y le digo que se diviertan. Yo tengo a mi hermano más chico que juega y cuando voy a verlo escucho a padres que dicen que al hijo lo van a llevar a tal lado y esto o lo otro cuando ni saben si el hijo quiere eso. Quizás el hijo quiere jugar acá con sus amigos unos años más y ya hablan de llevarlo a otro lado a categorías pequeñas. Cada padre hace lo que quieren con su hijo, pero hay cosas que no se recuperan y hay que vivirlas de chico. No es necesario irte como yo a los 13 años porque no te asegura nada. Tengo el ejemplo de mi hermano Gabriel que se fue a los 16 años y jugó en primera y yo no. Eso es suerte y hay que acompañarla. Yo no tuve la suerte de que alguien me diga que juegue en tal puesto y que me iba a dar confianza primera ni tampoco de un representante que me lleve a un club y juegue, después iba a depender de mí. Siempre me las tuve que rebuscar de abajo yo solo, me tiraban en los clubes y yo tenía que hacer todo. Siempre aprendí cosas nuevas y en el ambiente del fútbol no se puede confiar en nadie porque es todo negocio.
– ¿Qué te genera cuando escuchas a un padre decir que su hijo está para jugar en un equipo de AFA?
-Me genera risa. Me pasó de ver jugadores que son grandes jugadores pero acá en la liga nada más. Allá llegan todos grandes jugadores, podes ser diferente pero después hay que vivir también. Si te vas con 13 o 14 años tenés que estar en una pensión, lejos de tu familia y bancarte muchas cosas. Un padre te va a ver el sábado como jugas pero entre semana no está con vos y no sabe cómo estás. Estás en una pensión donde hay chicos que son del norte que están peor que vos porque solo ven a los padres en las vacaciones o el Día del Padre, nada más. Uno por ahí si no viene un fin de semana a la casa, se vuelve loco.
-También hay muchos padres que creen son entrenadores…
-Yo respeté siempre a cada entrenador, mi papá también y mi mamá sí era un poco más revoltosa. Siempre respetaron lo que decía el técnico, te tenés que criar con esa enseñanza. El técnico es el que decide, sino dirigí a un equipo y listo.
– ¿Es casualidad que de Gobernador Castro salieron tantos jugadores que trascendieron el ámbito local?
-Cuando uno se pone a ver los jugadores que salieron de Castro y son grandes jugadores. Si los ponemos todos juntos en una cancha haces un gran equipo. Está mi hermano, (Jonathan) Cerrutti, Alejandro Monzón, Medina, Enzo Villalba y demás. También chicos que juegan ahora acá en Agricultores también son buenos. En Castro siempre fue jugar como en el barrio, ir a la cancha, dos o tres vueltas y hacer fútbol y nos criamos así. Por eso también sale eso del potrero que a veces no te sirve. Cuando hay un técnico que te sabe ordenar cambia la cosa. Acá un material bárbaro y ahora veo que ya tienen preparador físico, los técnicos están más capacitados. Cuando yo jugaba corríamos dos vueltas y empezábamos a jugar. Era otra época, yo debuté con 13 años en la primera. En el primer partido de titular fue contra América en cancha de Independencia y en el segundo tiempo se armó una batalla campal que me fui corriendo al vestuario, era muy chico.