Carta abierta a Fabio Giovanettoni
No te conozco, lo mismo que a Guacone. Pero acompaño desde lejos esta crisis terminal del colapsado sistema político sampedrino. Dicen que para curar un enfermo hay que diagnosticar con acierto la causa de los males. Es de personas inteligentes buscar soluciones reales, no paños fríos. Por eso quiero expresar algunas reflexiones, como una modesta contribución, si te sirve.
La causa de esta crisis que explotó en San Pedro es una dirigencia política que se sirve de lo público en vez de servir a lo público. Una vieja manera de hacer política, dando prebendas para recibir apoyo. En los noventa pasé unos años en San Pedro y sé muy bien qué estoy diciendo. Político que se mueve por conveniencias y no por principios no sirve para un carajo. Hay que tener el oído bien atento para escuchar las opiniones ajenas y el olfato atento para sentir el humor de la gente. Y hay que tener honestidad para rendir cuentas. Y junto con eso, hay que CONDUCIR. Se necesita para ello saber hacia dónde se debe ir. Porque conducir en zigzag o en círculos es cosa de locos. Y no conducir es peor aún.
Guacone tuvo una gran oportunidad de demostrar que se podía hacer política de otra manera. No tenía un pasado que lo condenara. No soy quién para opinar, pero la lección está a simple vista. La función pública no es un carrusel donde se va rifando lo que es de todos, porque se termina rifando la propia imagen y la propia persona. ESO DEBE SER UN CAPÍTULO CERRADO. Llegará el momento en que deberás decidir sobre lealtades, y espero que tu lealtad sea con el pueblo de San Pedro. Por otro lado, hay una Comisión Investigadora que no debe parar y, sin ánimo de revancha, debe poner las cosas en su lugar. Porque lo peor que puede pasar es la impunidad.
La gente acostumbra ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio. No es momento de buscar culpables ni pasar facturas. Pero sí de diagnósticos ciertos y tratamientos correctos, para que sean eficaces. No falló Guacone, sino una forma errada (bastarda) de hacer política, y eso no fue sólo Guacone sino la clase política sampedrina como un todo. Algunos que contribuyeron en gran medida a ese despilfarro, se pasaron de lado. Y otros miraron para el costado. La crisis puede ser el llamado de atención para que los que erraron con honestidad tomen conciencia de sus errores y los corrijan. Y los que fueron y son deshonestos… bueno, esos lo único posible es darles una patada en el culo.
Así como el desastre no fue obra de un hombre solamente, aunque fuese el principal responsable, el salir del pozo tampoco será posible si no hay un equipo que se arremangue y se ponga a laburar (no a viajar) yendo al encuentro de los problemas, que no están en un despacho oficial sino en la calle, en los barrios.
Por último, Giovanettoni, un pedido: la gente está descreída y cansada de los políticos. Para que se tornen creíbles es necesario que haya gestos claros y sinceros de que están ahí por vocación y no por ventajas personales. Tu gesto de no cobrar un mango más de tu dieta de concejal es lo correcto, pero es necesario que, conduciendo, formes un equipo con esa característica. No de mentirita, porque siempre la mentira tiene patas cortas, sino de verdad. Sé que no es fácil, pero no desaproveches la oportunidad de demostrar que es posible gestionar lo público para la gente y no para el propio bolsillo. Porque quien así obra tiene autoridad moral para exigir de los otros lo mismo. Que ésa también es la misión del conductor.
¡Suerte!
Eduardo Flores – DNI 4.685.785