Bronce en el recuerdo: el almacén “Gato verde” y los chicos del barrio El Amanecer
Domingo Bronce dejó una gran cantidad de historias. El sábado, en Sin Galera, un vecino del barrio El Amanecer que fue niño cuando él tenía la despensa "Gato verde" relató anécdotas de aquellos años cuando, a fines de los 70, participaba del equipo de fútbol infantil. "Él y la mujer eran excelentes personas".
El viernes pasado falleció a los 73 años Domingo Bronce. La ciudad entera aplaudió a las 10.00 de la mañana del sábado cuando lo sepultaron. Ese día, Sin Galera recibió decenas de mensajes con historias y anécdotas relacionadas con quien fue vecino, dirigente, concejal y funcionario siempre al servicio de la gente.
Uno de ellos fue Edgardo, que mandó un mensaje desde "calle San Lorenzo, cerca de donde tenía el almacén", quien recordó que en el barrio El Amanecer tenían un equipo de fútbol infantil y Bronce era uno de los colaboradores activos.
"Recuerdo que cuando eramos chicos, vivía a tres cuadras de donde vivía él. Cuando jugábamos a la pelota, compraba zapatillas y botines, nos llevaba al médico, todo", recordó Edgardo, cuyos padres fueron parte del grupo de vecinos que trabajó en la construcción de viviendas que impulsó Bronce.
"La verdad que era un tipazo, y la mujer, una excelente persona", recordó Edgardo. "Lo vamos extrañar al Tata Bronce o al Gato verde, como se llamaba el almacén", dijo.
En tiempos del Gobierno de Donatti, Bronce impulsó en el barrio El Amanecer una experiencia de trabajo mancomunado en la que los vecinos de la zona construyeron sus propias viviendas.
En el centro educativo fabricaban los blocks para levantar cada casa. Los adultos trabajaban y los niños miraban televisión el living de Domingo y Mary, uno de las pocas que tenía aparato.
Los mismos niños que formaban parte del equipo de fútbol que el propio Bronce se ocupaba de que tuvieran camisetas, botines, zapatillas y hasta controles médicos en la vieja Asistencia Pública de calle Mitre, donde llegaban en su camioneta.
La misma en cuya chata subió a los pibes del barrio en 1978 para festejar el campeonato del mundo, celebración trunca porque terminaron en la zanja de la Bajada de Chaves.
Ahí estaba el almacén “Gato verde”, que les fiaba a todos los trabajadores rurales de la zona, que pagaban lo anotado en la libreta cuando cobraban tras la cosecha.