Billetera mata proyecto
Las campañas políticas insumen una importante cantidad de recursos materiales y humanos. Afiches, pasacalles, volantes, spots televisivos y radiofónicos son piezas de comunicación que no pueden faltar. Posicionar un candidato entre la población votante necesita cada vez más de equipos que se preocupen por gestionar visibilidad. En este informe, cuánto cuesta solventar la comunicación de una campaña y ser candidato en la era de la política mediática.
Para transitar el recorrido hasta el día de la elección, los partidos realizan una inversión importante, según sus capacidades monetarias, los apoyos y la pertenencia a un aparato más o menos armado. Pasacalles, afiches, volantes, spots televisivos y radiofónicos, jingles, móviles, reuniones barriales, asados, choriceadas, locales, actos de toda índole… Desde la visibilidad pública y el cara a cara —en los clubes, cafés o en el polvo del patio de tierra de un barrio alejado—, los candidatos se muestran y se ofrecen a sí mismos y a sus propuestas y, a veces, también a sus equipos de trabajo.
Ser representante del pueblo en el Concejo Deliberante tiene sus costos. El camino es arduo y, sobre todo, caro.
El diseño de estrategias integrales de campaña —algo a lo que no muchos partidos pueden acceder y que otros consideran innecesario— puede costar entre 10.000 y 25.000 pesos, según el estudio que lo realice. Una sesión de fotos cuesta entre 40 y 100 pesos. Imprimir 2.000 afiches de 0,74 x 1,10 de cuatro colores vale unos 2.700 pesos, incluida la película. Colocarlos puede costar entre 35 y 60 pesos por persona por jornada. Los pasacalles cuestan entre 75 y 200 pesos, según los colores y la inclusión o no de logos y colgarlos cuesta entre 25 y 50 pesos. Radio y televisión son lujos que no todos pueden darse. Un spot sencillo, resuelto en una o dos jornadas de filmación y otras tantas de edición, cuesta entre $ 500 y 1.000, según lo que desee el cliente. En radio, la producción de un spot vale entre 250 y 400 pesos, sumando locutores, grabación y edición. Los segundos de aire varían según la audiencia del medio o del programa elegido. Sabrá Dios lo que puede costar aparecer en las lunetas de los colectivos de línea o cuáles son los motivos por los que se ven obligados a colocarlos sin costo.
El refrigerio para cada reunión barrial también insume sus costos. El chorizo cuesta en promedio $ 1.75 por unidad, lo que suma unos 175 pesos para una choriceada con 100 personas, a lo que debe sumarse $ 5.00 el kilo de pan, lo mismo una bolsa de carbón y, si no se cuenta con un militante capaz de asar, unos 35 pesos el asador.
Si se dispone a sumar, una campaña promedio en San Pedro puede valer entre 25 y 100 mil pesos, según la propuesta. Está claro que algunos sectores no pueden ni soñar con semejante gasto y se arreglan con un presupuesto que no supera los 5.000 pesos y a veces es bastante menor.
Los diseñadores de estrategias de comunicación política suelen tener serios problemas a la hora de tratar con los candidatos. Muchas veces, el diagnóstico que los especialistas presentan no se condice con el que se tiene en los partidos y eso dificulta la tarea de planificación y ejecución de la estrategia de campaña.
Algunos partidos optan por contratar publicistas y diseñadores gráficos, que no siempre tienen en cuenta que lo que ofrecen son políticos y no meros productos. Otros apuestan a los especialistas en marketing político, que suelen tener equipos tansdiscipliarios compuestos por sociólogos, comunicólogos, diseñadores, politólogos y hasta semiólogos. Estos, por supuesto, son los más caros pero, a su vez, son los que mejores campañas integrales logran.
De todas maneras, el gasto enorme que puede significar una campaña pensada estratégicamente en todos los flancos necesarios no garantiza captar al electorado, pero puede contribuir a ello. Ganar visibilidad suele ser el objetivo fundamental que se proponen quienes encaran una costosa campaña con todos los medios disponibles.
Quienes están amigados con las nuevas tecnologías utilizan desde cadenas de mails y páginas web, pasando por facebook, blogs y otras posibilidades que brinda el universo de la web 2.0, donde los usuarios tienen una participación mucho más activa que en los clásicos medios de comunicación masiva.
La “otra” plata
Los números del informe parecen inocentes frente al dinero que circula en mercancías, muebles, materiales, viandas, lamparitas, combustible, autos de alquiler, comida para fiscales y “pagos a punteros” de acuerdo al caudal que aporten. Las cifras en este rubro resultan de cálculo imposible pero cualquier ciudadano que se toca el bolsillo siente como flaquea al saber que todo, absolutamente todo, sale del mismo lugar. En el caso de la impresión de boletas extra, sean para “corte” o “refuerzo” este año en San Pedro, se escribió un capítulo aparte. Algunos candidatos que no desean que se sepa cómo operan para efectuar mezclas locales con nacionales recurrieron a imprentas de otras zonas para poder realizar su prolijo trabajo.