Aunque faltan test, empresas privadas envían a su personal a hisoparse en Andar, incluida la clínica Coopser
Diversas firmas locales remiten a sus empleados al sistema público para que se testeen tanto si tienen síntomas como si regresan de vacaciones, con el objetivo de evitar contagios dentro de sus establecimientos. Incluso el personal del sanatorio Coopser, donde practican hisopados, concurre al centro dispuesto en Andar, donde los test son escasos.
En el centro de testeos de Andar comienzan a atender a las 7.00 de la mañana para practicar hisopados a quienes, de acuerdo a los criterios médicos establecidos, corresponda y determinar si están contagiados de coronavirus COVID-19.
Entre quienes concurren a diario aparecen empleados de diversas empresas locales a quienes sus empleadores les requieren que se practiquen el test, ya sea porque tienen síntomas o porque regresan de vacaciones y necesitan el certificado con resultado negativo para reincorporarse.
A pesar de que los test rápidos son escasos, lo que obligó a establecer prioridades como personas mayores de 60 años, con enfermedades preexistentes, personal de salud, fuerzas de seguridad y embarazadas, las empresas que podrían hacerse cargo de los hisopados de su personal sobrecargan el sistema público.
Pasa en empresas de todo tipo e incluso en el sanatorio Coopser: la clínica privada que compró la cooperativa con recursos de sus socios, donde se practican test por un costo de alrededor de 4.000 pesos y que es obligatorio, por ejemplo, para una internación, envía a su personal a Andar.
Este lunes, cuando La Opinión llegó al centro de testeo, alrededor de las 10.00 de la mañana, ya habían terminado la tarea de la jornada, con alrededor de 60 hisopados, de los cuales 33 dieron positivo y 11 fueron enviados al laboratorio Central Lab para análisis PCR.
En el transcurso de la hora siguiente —el horario de recepción suele ser hasta las 11.00— llegó mucha gente para testearse, que deberán regresar al otro día desde la 07.00, entre ellos empleados de diversas empresas que por síntomas o por regreso de vacaciones necesitaban hisoparse.
Un trabajador de una empresa arenera llegó a la puerta de Andar para hacerse el test. Dijo que no tenía síntomas pero que para embarcarse su empleador le exigía un certificado COVID-19 negativo.
Un empleado de una reconocida panificadora también llegó para testearse porque había regresado de vacaciones. Desde una fábrica de pastas enviaron a un trabajador porque acusaba síntomas.
Una mujer vestida con uniforme de personal de salud que decía Sanatorio Coopser también se acercó al centro de testeo en Andar y, no sin cierta vergüenza, informó que desde esa clínica privada la enviaron a testearse al sistema público.
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