Al menos un procesado por robos calificados está encargado de vigilar las cámaras de seguridad
Un empleado municipal que fue asignado al Centro de Monitoreo en horarios nocturnos tiene dos causas por robos calificados cometidos en Villa Ramallo. La Justicia le otorgó una excarcelación extraordinaria por su condición de discapacitado. Está sospechado junto a dos jóvenes, peligrosos delincuentes de larga trayectoria. Trabajaba en el Estadio y el 12 de marzo comenzó a vigilar las cámaras, de noche.
La Dirección de Seguridad, Tránsito y Nocturnidad tiene algunos “problemitas” con el personal que trabaja en el área. A la misteriosa desaparición de los cables de la balanza para pesar camiones areneros y el mal funcionamiento de las alarmas comunitarias se suma la aparición de empleados que tienen deudas con la Justicia penal y que aun así fueron asignados al Centro de Monitoreo, nada menos que para estar al frente de las cámaras de seguridad.
Los aparatos que toman imágenes de lo que sucede en distintos puntos de la ciudad producen información sensible. Por un lado, los domos son capaces de meterse dentro de los negocios; por el otro, la observación constante de los movimientos de cada lugar permite establecer comportamientos rutinarios de los vecinos. Además, no todas funcionan como corresponde.
Todos esos datos deben ser protegidos por el Estado, que dispuso esos sistemas de vigilancia para mejorar la seguridad de la población, que en muchos casos se siente más tranquila al saber que lo que sucede en la calle es filmado y observado en vivo por agentes que están capacitados para intervenir de inmediato y dar aviso a la policía ante cualquier hecho.
Al menos eso es lo que se supone. Sin embargo, no siempre sucede así. Esta semana, La Opinión confirmó que detrás de los monitores que captan todo lo que sucede con los vecinos hay al menos dos personas cuyos antecedentes no se ajustan a los requisitos para semejante responsabilidad. Uno es un empleado que fue removido de su puesto anterior por ingresar a un lugar indebido; el otro es nada menos que una persona que está procesada en la Justicia por dos robos calificados amparado en un lugar al que accedió por sus limitaciones motrices en el marco de una contratación por decreto de Inclusión Social con Contraprestación de Trabajo.
El zorro en el gallinero
El 12 de marzo comenzó a trabajar de noche en el Centro de Monitoreo, frente a las cámaras de seguridad, el ahora empleado municipal Edgar Facundo Castañares, quien no está preso porque la Justicia lo benefició con una medida especial producto de su condición de discapacitado.
Su situación penal actual es la de procesado, acusado por el Fiscal Julio Tanús, de la Fiscalía Nº 3 por dos ilícitos cometidos en Ramallo, por los que fue detenido y luego liberado porque la Jueza Maiztegui le otorgó en febrero de 2015 una “excarcelación extraordinaria”, luego de tener en cuenta que las cárceles bonaerenses no están preparadas para albergar a una persona en silla de ruedas.
Como si fuese una burla, la reconstrucción de uno de los hechos en los que está involucrado Castañares lo ubica en la escena del delito conduciendo un automóvil para discapacitados mientras sus cómplices robaban una casa en Villa Ramallo, al que la policía observó en las cámaras de seguridad de esa ciudad.
El Fiscal Julio Tanús formuló acusación contra Castañares, Walter Díaz y Jorge Negrete en octubre pasado, tras reunir las pruebas necesarias. Uno de los delitos por los que se los acusa ocurrió en enero de 2015.
Allanamientos en la casa del hombre que ahora vigila las cámaras sampedrinas lograron dar con elementos que lo vinculan directamente. Luego, como se dijo, fue beneficiado con la excarcelación.
Los delitos están tipificados como “robo doblemente calificado por el uso de arma impropia en poblado y en banda” y “robo doblemente calificado por extracción en poblado y en banda”, ambos perpetrados en Ramallo.
El último trámite de las causas tuvo lugar este mes, cuando el abogado que defiende a los detenidos, Hugo Lima (h) pidió la nulidad de las actuaciones, algo que debe resolver el Juzgado de Garantías.
Por el robo de enero del año pasado, ocurrido en calle Joyce y Rivadavia de Villa Ramallo, un allanamiento permitió el secuestro de un automóvil Honda Civic, una carabina calibre 22, una escopeta calibre 36, cartuchos, dos relojes, tres celulares, cadenas de oro y numerosos electrodomésticos que serían producto de uno de los robos.
Amigos de la casa
Por esos casos, Castañares fue el único detenido. Sus cómplices, además, están vinculados a numerosos ilícitos.
Walter Díaz es el joven que fue baleado tras robar en el barrio Cuatro Robles. Un allanamiento en su casa halló documentación de un automóvil Renault Fluence robado en la zona de La Buena Moza que fue abandonado en el basural.
Jorge Negrete cumplió condena por el resonante caso Incisa. Tras salir de la cárcel, continuó su trayectoria delictiva. Hace alrededor de un mes fue detenido en el marco de la investigación por robos cometidos en la zona rural y en su casa secuestraron múltiples elementos vinculados a diversos casos.
Tanto Díaz como Negrete están sospechados de ser parte de una banda que actuaba en la zona rural de toda la región, e incluso hay una línea de investigación que analiza su posible vinculación con el crimen de Ariel Lido Gomila.
Otro “monitor” dudoso
Además de Castañares, en las cámaras de seguridad trabaja desde el 15 de marzo una persona que antes se desempeñaba en el equipo de vigilancia del Hospital, desde donde fue trasladado tras protagonizar un hecho sospechoso.
Existirían videos que lo muestran ingresando a la cocina para llevarse comida que corresponde a los internados del nosocomio. Junto a él, se vería a dos personas más.
Alguna vez, antes de que Guacone lo introdujera en el mundo del empleo municipal en los años en los que fue interino de Barbieri, este empleado había trabajado en la empresa que asesora el ahora coordinador de seguridad del Hospital, Héctor “Bocha” Marmo.
Castañares pasó del Estadio al Centro de Monitoreo y el otro empleado, de nombre y apellido relacionado con Semana Santa, desde el Hospital. Quienes tienen a su cargo la importante tarea de monitorear lo que sucede en las calles de la ciudad cobran una bonificación por ese trabajo, lo que implica que, al ser trasladados, ambos fueron premiados con mejor remuneración.