50 centavos por día: Financiación directa
En medio de las “distracciones por las lampartitas de bajo consumo”, el Ingeniero Di Tella, encargado del monitoreo del Sector Eléctrico de la COOPSER, confirmó que los sampedrinos financiamos con 50 centavos diarios, el robo de cables conductores de cobre.
El comercio ilegal de cobre parece ser un negocio bastante caro para los sampedrinos. Aunque parezca exagerado, el Ingeniero Di Tella afirmó que la Cooperativa soporta un costo de 10.000 pesos diarios para la reposición del cableado, que es robado para extraer el cobre.
Siguiendo al pie de la letra las palabras del Ingeniero, el gasto mensual de la Cooperativa ascendería a 300.000 pesos. Es decir, nada más y nada menos que 3.600.000 pesos al año. Más allá de lo estrafalaria que puede llegar a sonar la cifra, el tema del robo de cables es un problema que apunta directamente al bolsillo del asociado y deteriora el eficiente servicio que siempre prestó la entidad, generando cortes y daños materiales que se sufren en hogares y empresas.
La situación deja al desnudo los escasos resultados a la hora de frenar la cadena de la comisión de este delito. La inoperancia política y la actuación policial que sólo alcanza al eslabón menor de la comercialización del cobre, deja sin respuestas a cualquiera. Pese a algunas detenciones y allanamientos, todos quedan en libertad por decisión de los juzgados de garantías.
El Capitán Pérez explicó que la COOPSER no siempre realiza las denuncias a tiempo. A veces, llegan agrupadas de a 5 o de a 6 impidiendo actuar con rapidez y otorgando ventajas en tiempo a los ladrones y reducidores. En relación a esto, hay que recordar que en Agosto de 2007 tuvo lugar una reunión donde participaron miembros de la Cooperativa, funcionarios municipales y personal policial, acordando allí, aceitar el mecanismo de denuncias que, por lo visto, no se ha cumplido.
Desde aquel entonces se han realizado diferentes allanamientos de diversos resultados. Luego de varios procedimientos fallidos, la policía de San Pedro logró detener a una persona por “tenencia de cobre”. En la casa del detenido encontraron todo el material necesario para robar y reducir el metal, con el fin de comercializarlo. El inconveniente se gesta en la tipificación que tiene el delito ya que ingresa caratulado como “encubrimiento agravado” favoreciendo las posibilidades del delincuente (que por la acción de reducir el cobre son eufemísticamente llamados “reducidores”) si fuese excarcelado con el concurrente retorno a las calles y la muy probable vuelta a las andanzas.
Más allá de las declaraciones del Ingeniero Di Tella, el Capitán Pérez sostuvo que desde el 29 de Septiembre del año pasado no se registraron denuncias en relación a este tema. Instó también en el mismo acto a la población en general a realizar las denuncias pertinentes, sin temor a represalias ya que “ni siquiera sería necesario identificarse al momento de denunciar algún tipo de actividad irregular” que registren en relación al cableado aéreo y subterráneo en la ciudad de San Pedro.
En definitiva y más allá de las idas y vueltas que pueda llegar a tener la situación y con las correspondientes acusaciones cruzadas que pueda haber entre las partes intervinientes, el principal damnificado es, sin ningún lugar a dudas, el ciudadano que financia con 50 centavos diarios toda una red delictiva que ronda alrededor de un material tan preciado, luego de la crisis del 2001 como el cobre.
La Ironía
La República Argentina fue agraciada por la naturaleza con riquezas de todo tipo, un suelo altamente fértil y productivo en la mayoría del territorio y numerosos polos mineros a lo largo y a lo ancho del país. Lamentablemente, entre estas riquezas naturales, no se encuentra el tan venerado mineral llamado cobre. Justamente por carecer de este metal es que la exportación de cobre, está completamente prohibida en la República Argentina y sin embargo nuestro país se encuentra entre los principales exportadores de desperdicios de cobres. En el área de cobre en estado puro, el principal exportador mundial es nuestro vecino país, la República de Chile.
El negocio del cobre
El mecanismo detrás de este gran negocio no reviste gran dificultad. Los reducidores, ladrones de cobre, identifican el cableado de tan preciado material. Una vez en el lugar y con el material necesario cortan ambos extremos del cable y una vez en el piso lo enrollan y lo cargan en algún vehículo para su posterior traslado al lugar donde será reducido. Una vez en el taller un “reducidor” se encarga de transformar el cableado en cobre fundido a través de un proceso de reducción que hace que el metal sea vendido. Luego de este proceso, el cobre es trasladado a diferentes desarmaderos que funcionan como concentradores del metal donde los “pequeños productores” venden a los grandes traficantes cantidades de cobre que, agrupadas, se llevan a diferentes lugares del país. El Capitán Pérez contó que el año pasado detuvieron un camión cargado de cobre que había salido de San Nicolás en dirección a Buenos Aires; se sospecha que estaba en la etapa final del increíble negocio.