Las escuchas telefónicas del Bomba Gallardo y el resto de los acusados de vender drogas
El Juez de Garantías debe expedirse esta semana sobre el pedido de prisión preventiva para cinco de los siete detenidos por comercialización de drogas. Juan Carlos Gallardo, su esposa Laura Quinteros, el proveedor Oscar Galeano y los sampedrinos Brea Fernández y Carola Austin, acusados de vender bajo la modalidad delivery, son los imputados. La Opinión accedió a las conversaciones que mantenían por teléfono y que, el Fiscal sostiene, prueban que vendían drogas.
El Fiscal Patricio Múgica Díaz pidió la prisión preventiva de cinco de los siete detenidos a partir de un análisis detallado de los elementos que obran en la causa: escuchas telefónicas, resultados de allanamientos y el contenido de los celulares secuestrados el día en que fueron detenidos los imputados.
Johanna Gaitán Quinteros y Leonardo Andrés Barrios fueron desafectados de la causa por falta de mérito. Para el resto de los detenidos, el Juez de Garantías debe definir si acepta mantenerlos en prisión mientras dure el proceso que los llevará a juicio o los libera.
El expediente de la causa tiene más de 4.500 páginas. Para el representante del Ministerio Público Fiscal hay hechos acreditados que involucran a los acusados como partícipes de la banda de comercialización de drogas que lideraban Juan Carlos “Bomba” Gallardo y su esposa Laura Quinteros, socios en la actividad ilícita.
Múgica Díaz sostiene en su acusación que al menos desde abril de 2014 y hasta el día en que los detuvieron, el pasado 2 de febrero, Gallardo y Quinteros comercializaban cocaína y marihuana en Capital Federal y San Pedro. La droga, según expuso el Fiscal, era comprada “en grandes cantidades en distintos puntos del país y a diversos proveedores”.
Entre los que proveían de estupefacientes a la pareja, sindica a Oscar Ernesto Galeano, detenido el mismo día tras hacer entrega de 10 kilos de marihuana.
La acusación que pesa en la causa para los sampedrinos Oscar Leonardo “Brea” Fernández y Ana Carolina “Carola” Austin es que “comerciaban con habitualidad” esa droga en San Pedro “bajo la modalidad delivery, en sus domicilios particulares” y en el comercio de maderas propiedad del muchacho de 38 años en el que se desempeñaba como empleada la joven de 36.
Está faltando “el apio”
En la solicitud de prisión preventiva, Múgica Díaz transcribió algunas de las llamadas telefónicas que obtuvo durante la investigación previa a las detenciones. Se trata de “conversaciones compatibles con el comercio de drogas”, según su apreciación.
“Escúcheme, ahí tengo un par de producto y se puede hacer un negocio”, le dice “Bomba” Gallardo a una persona no identificada, quien responde que “habría que hablar con un muchacho a ver cómo está el tema”. El líder de la banda le recomienda que hable y le avise, no sin advertirle: “Mire que no hay en planta. Está faltando el apio”. El otro reconoce la situación: “Sí, está faltando, sí. La hoja muy cara. Está faltando con el tema del clima”, para luego consultar si “hay buen apio”. La respuesta de Gallardo es, textual: “Una barbaridad. Una barbaridad. Una barbaridad, diga”.
En otra escucha, otro no identificado se queja del producto recibido: “Amigo, me arruinaste, amigo”, le dice al “Bomba” y comenta: “Está todo mojado esto, mojado, no sé qué tiene”.
“Sí flaco, bueno, no te hagás problema”, reconoce el exladrón de bancos y ofrece solución: “Si querés, voy y te busco allá, que tengo en el depósito, y te lo cambio”. El comprador prefiere que sea “para la próxima” y señala que “ahora ya está”, no sin repetir la queja: “Te digo que está todo, todo re pasado eso”.
Gallardo le asegura que “la próxima” le hará “una quita” en el precio y le pide que se quede tranquilo. “Vos sabés que yo sé reconocer. Si vos me lo decís es porque es así. Quedate tranquilo que te hago una quita, porque me sacás del agua. Si querés te lo cambio también, voy hasta el campo y mañana estoy acá de vuelta”. La referencia al “agua” sería por el acceso de la droga a través del río. Una de las sospechas es que recibía cargamentos por esa vía desde barcos que los arrojaban en la orilla para luego ser retirados en canoas.
“¿No pasó nada con eso, no?”, le pregunta Gallardo a otro NN, que le recuerda que “tiene muy poca entrada esto”, porque “todos están desesperados por fumar”.
Otro personaje no identificado le pide al “Bomba” que le consiga “una muestra de algo lindo de ese… que el otro día tenía”.
“En estos días podrá venir mi tía”, le dice Gallado a otro no identificado. Podría estar hablando de “la tía Blanca”, la cocaína. El otro asegura tener todo organizado, “de los dos”. “Aunque sea como el del otro día, dentro de todo, viene bien”, se conforma el Bomba. De “eso”, le responden, salen toda la semana, así que lo prefiere. “Hasta que me enderece”, aclara y agrega que le viene bien “una chica, como el otro día”.
“Hola, tío. Mirá, ya tengo reservadas las 25 mesas para año nuevo”, le dicen en otra llamada. “Dale, quedate tranquilo. Esta noche me llama el hombre que viene a verme”, es su respuesta.
El día que Laura tuvo miedo
En una escucha que obra en la página 2392 del expediente, Laura Quinteros habla con su yerno y le dice que “quiere denunciar a Gallardo”. Más adelante, él habla de un “camión entero” que debe “venir para acá” pero que le “hace falta el pase”.
“Tiene toda la plata. Va a venir. Viene ahora a las 7.00. Qué pasa, qué le vas a dar. ¿Bagullos? ¿O qué vas a hacer?”, le dice en una sugestiva conversación a su esposo, que responde, casi resignado: “Y dale, si querés, diez más, Laura”.
Un hombre la llama y le pregunta por “Carlitos”. Necesitaba “una herramienta” para “un muchacho amigo”. Ella le pregunta “¿de cuál de las herramientas que te llevamos la otra vez?”. El dice “no, no; necesito a cuarenta, negra”. Laura Quinteros no lo cree posible. Entonces su interlocutor le recuerda que al otro día, “Carlitos” debía ir a “traerme algo de eso”.
En otra llamada que salió del teléfono de la esposa del Bomba, ella habla con su empleada doméstica. Está preocupada. Le cuenta que la noche anterior había estado dando vueltas por inmediaciones de su casa en Vuelta de Obligado “una camioneta similar a la de la Brigada”. “Se me vino el corazón a la boca”, le dijo.
La Opinión accedió a fuentes de la investigación que dieron cuentas que durante más de un año, de noche, iban a vigilarla. Ella salía de madrugada, con la sola compañía de un perro de raza. Se iba por el camino alternativo. La sospecha es que llevaría “material” para la distribución.
De qué hablan Brea y Carola
Ana Carolina Austin era empleada de Brea Fernández en la maderera. La defensa de la joven dice que lo que hay en las escuchas que obran en la causa relacionadas con ella son cuestiones vinculadas a ese vínculo comercial y laboral entre sí y con Gallardo.
“No precisás nada de acá”, pregunta Bomba a Brea Fernández. La respuesta es “tráigame un poco de eso”.
En otra ocasión, Gallardo le pregunta si tiene “alguna boleta” para “la señora de la mesa” a la que verá en Buenos Aires, para llevarle “un encargue” que le hizo. “¿Cómo está la falopa?”, le dice Brea al Bomba, que responde: “No sabés qué picante que está” y agrega: “Síííí… impresionante”.
“En la lancha tengo las cosas guardadas. Trate de no mandarlo para ahí”, dice él sampedrino en una de las conversaciones que mantuvo con la instructora de Hockey del club Paraná. “No diga esas cosas por acá, no tiene que decir”, advierte ella.
“Si viene Carlitos mañana dele la plata para comprar eso, vio, que después no vamos a tener las cosas”, le dice Brea a Carola en otra de las grabaciones. Le pide que le dé “4, 5 mil pesos”. A ella le parece mucho, pero él le aclara: “No pago yo, pagan los otros muchachos”.
Fernández habla luego con un tal Alejandro, que le pregunta si Carlitos está con él. La respuesta es que no, que se fue a “hacer un mandado, a comprar una bolsa de droga”.
Luego, desde un número con característica de Rosario le ofrecen a Brea estupefacientes en cantidad. “Loco, hay una buena onda, linda, a 150 el pelpa. Juega, avisame cuando quieras, o por bolsa”.
Carola habla con el Bomba y le pide si la puede “aguantar un rato más”, o si caso ya tiene “que volar”. Él responde que está “acá” y que se preparó para ir a Buenos Aires. Austin se ofrece a acompañarlo a las 11.30, pero él duda. Luego le pregunta, directo: “¿Vos tenés la plata, Carola?”. Ella dice que no, que no le dejaron nada. Pregunta cuánto es, pero Bomba no sabe “que es lo que quería” el tercero que no nombran y al que ella califica como “este pelotudo” porque no le contesta el teléfono. Al final, ella dice que tiene “2.000, dos, tres”, pero cree que no es mucho.
“Quedate tranquila, que yo ahora cuando voy te lo compro todo”, le dice Bomba a Carola. “No, no, bueno… te compro una mano, una mano te compro”, responde ella en otra charla.
Gallardo llama a Austin en otro momento para preguntarle qué precisa de Capital. “No, no, si usted andaba cerca y no le quedaba a mano, era para mí, no, no. Fernández no sabe nada, es para mí”, responde ella. El quiere saber cuánta plata. La respuesta es “con uno, me arreglo”. “¿Con mil?”, dice él. “Sí, señor. Por el cumpleaños de un amigo, le vamos a hacer una sorpresa”.
Carola a Bomba, en otra escucha, le pide que le haga “el trámite de las flores”. Gallardo necesita saber “cuánto” quiere y si “el hombre” también quería. Ella dice que hace rato que no lo ve, que se fue de viaje, y le pide “seis ramos” en “un solo coso”.
En otra charla le pide que si está en Buenos Aires triga “un poco más de la medida”. Como en otras escuchas, hablan de “boletas” y de “cuántas quiere”.
Hay otras escuchas con Carola Austin como protagonista, que el Fiscal entiende pueden estar vinculadas a la comercialización de drogas. En una, un NN le pregunta si hay novedades. Como no las hay, le dice “muy mal lo tuyo”. En otra, ella le pregunta a alguien “cuánto son las bandejas tuyas”, pero el otro no tiene “ni idea” y le dice: “Fijate vos, armá para mí”. “Es como lo que yo te di”, le dice ella. “Sí, dame tres de esas”, le responden.
Otro le pregunta a Carola: “Cuánto querés vos, así yo le digo al pibe y me das el ok”. Ella duda, consulta si es “mejor que el de Córdoba” y “cómo se pide eso”. Su interlocutor le dice que cree que “se puede pedir en piedritas”.
Múgica Díaz considera que Austin habla de cocaína cuando le dice a alguien: “Tenés que verla, tenés que verla, te vas a querer morir”. El otro le responde que irá a la tarde a mirarla. “Posta, posta, posta, eh”, se entusiasma ella.
Galeano, el proveedor
El día antes del procedimiento en que fueron detenidos, el misionero que le trajo la marihuana a Gallardo y Quinteros habló con él para concertar el encuentro. El llamado de Galeano fue para avisar que al otro día podría andar “por aquello”, pero además para decirle que había un asunto por “el precio”, que eran ahora “1.500 más” respecto del que “cerramos el otro día”. Bomba responde con un “qué lo parió”.
Galeano le dice que lo principal es el flete, que necesita cobrar el día. “Va diez menos que el otro día en pesaje”, le advierte. “¿Cuánta plata me podías dar, cien lucas, setenta lucas?”, pregunta Gallardo. “Cuarenta”, le responde el otro. “Claro, yo ya el otro día te di 50, pero esta vez te voy a dar 40 nomás, porque es menos”.
El día del operativo también hablaron: “¿Querés que yo te espere en el bar?”, pregunta el Bomba. “Claro, ahí tomamos un cafecito”, responde Galeano.